“Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido, y que el dolor tuviera materia y medición. Todo hombre acaba un día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo. Hay seres humanos que pueden soportarlo, Yo nunca lo soportaré. Nunca lo soporté.”
A veces ocurre que un libro genera una opinión unánime, no sólo entre la crítica o las redes, sino entre los lectores, vengan de donde vengan. Esos libros me interesan, los que son capaces de unir a personas dispares. Hoy traigo uno de esos libros a mi estantería virtual. Se trata de Ordesa.
Manuel Vilas es el autor y narrador de este libro y en él, a partir de la muerte de su madre, genera una línea invisible con el fallecimiento del padre nueve años antes para contarnos su interior en una reflexión constante sobre la vida, su vida, la de cualquiera.
“La Historia es también un cuerpo con remordimientos…”
Ayer mismo comentaba que pocos escritores son capaces de saltar de público. Menos aún lo son de cambiar de registro. Manuel Vilas es uno de ellos. No sólo porque pase de la poesía a la prosa o de la narrativa a la autobiografía vestida de novela confesional, sino porque se reinventa de una forma casi permanente. Recuerdo haber reído leyendo El luminoso regalo y recordarlo mientras iba absorbiendo la plomiza nostalgia que impregna las páginas de este libro maravillada porque hubieran salido de la misma pluma. Pocos escritores tienen a su alcance esa capacidad. Manuel Vilas sí. Incluso la de generar frase tras frase un texto hermoso, demostrando que lo hermoso no ha de ser necesariamente bonito y alegre.Así lo demuestra una y otra vez en Ordesa al escribir un libro cuya opinión podía resumirse utilizando únicamente frases aparecidas en él.
“Las tumbas se inventaron para que la memoria de los vivos se refugiara en ellas…”
Me ha recordado, no mentiré, a Fernando Marías y su libro La isla del padre. No solo por la evidente relación al hablar del padre fallecido, la ausencia y la memoria, sino por la sensación de estar ante un libro utilizado como desahogo en el que no valen las imposturas y sí la exposición completa al lector como si se tratara de un autoanálisis de esos que hay quien realiza en diván y por horas. Y descubrimos que la vida es tiempo y que todo se resume en amor, vida, tiempo y muerte. Y también la verdad que encierra esa afirmación.
“Y si dejas de ser hijo, no eres nada.”
La muerte, la pérdida, la nostalgia… son sentimientos constantes que rondan la novela. Pero Ordesa es mucho más que una vida expuesta y un alma abierto. Ordesa habla de la vida, de la de todos: es una novela de vida. En algún momento todo lector encuentra una frase sencilla que se adapta perfectamente a uno de sus rincones más sentidos. Y se siente desnudo. Es muy raro que un libro logre desnudar al lector, y Vilas lo consigue. Vilas se desnuda para desnudar al lector y con él la vida y también, por qué no, la sociedad en la que se produce. Habla también de coches, de monarquías, de miedos, de alcohol y de fantasmas: detalles de vida. Y además, o mejor dicho, y sobre todo, lo hace bien. Lo escribe francamente bien. Muy bien.
“Conectamos épocas como si nuestros cuerpos fuesen el mensaje.”
No llevaba más de un puñado de páginas y ya tenía claro que esta iba a ser una de mis lecturas de este año. No solo eso, quienes me conocen saben que no suelo llevar libros a que me los firmen, a que me escriben sus autores en ellos. Supongo que para mi tiene algo de simbólico: cuando me compro un libro y me lo leo, el libro es mío. Si tras haberlo leído el autor lo firma, es como si volviera a ser suyo, ya no solo mío. Ordesa siempre será de Manuel Vilas, quizás por eso lo quiero firmado. Y también será mío y de todo aquel que lo lea. Porque, si no ha quedado claro, lo recomiendo. Ordesa es un gran libro, un magnífico libro. Y pocas veces lo digo así de claro: léanlo.
Por Entre montones de libros
Francamente, la lectura de “Ordesa” produce muy poco placer. Es fenómeno curioso, y quizá grave, que un libro así origine comentarios tan elogiosos.
Ordesa es un libro que me ha encantado. Tiene una prosa muy bien medida y está lleno de reflexiones literarias sobre la vida. Merece los elogios y es una gran obra. Como es un libro complejo algunas personas se sentirán incómodas si no son lectores literarios porque querrán estructuras sencillas, y es un libro de imágenes y saltos temporales. Representa muy bien el pensamiento humano como chorro de ideas y sensaciones. Parece espontáneo pero es sumamente literario. Lo disfruté y lo he regalado a tres amigos que me lo han agradecido.
Me preocupa que este libro genere esas críticas tan elogiosos. No he podido terminarlo y está mal escrito. Pretencioso y falsamente humilde.
Vamos, un truño….
No os dejéis engañar por los críticos que responden a intereses editoriales.
Hay que leer a los clásicos
Por fin alguien opina como yo…q la muerte lo acapare todo es muy desalentador y poco agradable. No lo pillo.