Novela corta de este magnífico escritor colombiano, en la que podemos apreciar no sólo destreza narrativa, sino alta calidad literaria, en un texto pleno de connotaciones y de introspección acerca del alma humana, el recuerdo y la culpa.
Como bien indica el título, el tema de esta narración es la reputación: que ven los demás de nosotros, nuestra propia idea acerca de como somos, y como nos gustaría quizá que nos vieran o vernos. Probablemente, como nos gustaría ser y no somos. “Tal vez eso sea la reputación, -nos dice Vásquez por boca del protagonista- el momento en que una presencia fabrica, para quienes la observan, un precedente ilusorio.”(p. 69). Aunque también es el honor, la honorabilidad, que puede verse en entredicho por un comentario o por una alusión con o sin fundamento.
El personaje central de este relato es un artista, Javier Mallarino, que empieza como pintor pero que se hace famoso como caricaturista, publicando diariamente su viñeta en la prensa de su país, Colombia, acostumbrado al poder que le conceden sus dibujos, lanzando críticas feroces o corrosivas con sólo la imagen y un breve comentario, vive en estos últimos años una existencia solitaria, cada vez más concentrado en su trabajo, separado de su esposa e hija, y lejos de la ciudad, de sus luces y sombras. Pero he aquí que una situación casual hace que se replantee todo. El encuentro con una joven desconocida( que luego reconocerá ) remueve los pilares de su tranquila y rutinaria vida, le hace recordar sucesos pasados, y no todo lo que le recuerda le gusta. Y además, le plantea un grave problema moral, relacionado con la propia reputación y con la de otras personas.
Todo esto lo engarza perfectamente Vásquez en un texto jugoso, lleno de comentarios, alusiones y reflexiones sobre el papel de la memoria, la influencia de las publicaciones en prensa, la posible calumnia y el destrozo de una reputación, el papel de los periodistas, la delgada línea que separa la verdad de la mentira, etc. Como el protagonista piensa: “lo importante en nuestra sociedad no es lo que pasa, sino quién cuenta lo que pasa” (página. 50), el modo en que se cuentan las cosas varía tanto según quién las cuente, que se puede estar hablando de lo mismo y no reconocerse los hechos.
Mallarino parece muy seguro de sí mismo, (“la vida es el mejor caricaturista”) pero basta una situación como la que presenta el escritor para que se desplome, pierda pie y dude de todo. Las relaciones familiares con su ex esposa, con su hija, su posición en el periódico, el halo de poder político de que se ve rodeado…todo ello se tambalea cuando comienzan a aflorar recuerdos que parecían olvidados pero que habían fermentado en su interior como una podredumbre que empieza a apestar. La vida se le aparece distinta y ha de tomar una decisión: mirar para otro lado o afrontar los hechos.
En suma, una novela corta en la que concentra toda una serie de ideas, hechos, datos. Una novela de reflexión, no de acción. Bien escrita, con un estilo que, sin ser barroco tampoco es sobrio, sino que juega con las palabras justas; con los recuerdos, con las ideas y con lo imaginado. Una buena novela.