Si César Pérez Gellida fuese director de cine, sus películas se asemejarían a las de Guy Ritchie. Me refiero a las buenas como Lock & Stock, o Snatch. Cerdos y diamantes, incluso me atrevería a incluir aquellas protagonizadas por su peculiar Sherlock Holmes, no las otras bobadas que ha realizado. Su contundencia resulta explosiva, no se le caen los anillos en cuanto a retratar, con su particular técnica, la violencia más visceral. Acontecimientos que dejan anonadados al lector; momentos de incredulidad a la hora de encontrarnos con renglones que nos descolocan, y que creemos que no pueden estar ahí, que no puede ser lo que nos está contando.
Tengo amigos a los que no les gusta leer —sí, lo sé, hay gente así de rara—, pero que les apasiona el cine. Yo, como buen lector, soy de esos pesados que intentan convencer a quienes no comparten vicio, para que se inicien en el apasionante mundo de la lectura. Así que a aquellos que disfrutan viendo cine, les aconsejo que entren en los mundos que Pérez Gellida crea. Porque si eres amante del buen cine negro, por fuerza te tienes que sentir atrapado en cualquier novela de este sobresaliente autor. Si César Pérez Gellida tiene una cualidad es la de crear lectores.
Famoso por sus frenéticas trilogías; Memento mori, que forma parte de la primera, llamada Versos, canciones y trocitos de carne, ya cuenta con su propia adaptación en formato serie. Ganador del Premio Nadal, y mil cosas más que se podrían enumerar de este gran referente de la novela negra de nuestro país. Son ya quince novelas las que tiene en su haber. Cada una de ellas nos sigue sorprendiendo, y es que la fórmula de César sigue funcionando porque la sabe aplicar de forma magistral. Cada novela es una sorpresa para el lector, y una cosa tienes que saber antes de abrir cualquiera de sus libros, y es que no te va a dejar indiferente.
Si la ganadora del Nadal, Bajo tierra seca, thriller rural que ya nos dejó sin aliento, Nada bueno germina, su continuación, multiplica por diez cada sensación. En ella nos reencontraremos con aquellos personajes que nos fascinaron, tanto para bien como para mal. Si no has leído la anterior, estas tardando, pero tranquilo, esta se puede leer como obra única, aunque se haga alusión en algunos pasajes de la antecesora, y es recomendable por la presentación de esos personajes y como han acabado en esta segunda narrativa.
Estas páginas de nuevo están habitadas por Sebastián Acosta, el veterano de guerra, y Antonia Monterroso, mujer singular por su ambición y modo de vida basada en la supervivencia. Ambos buscan huir de una vida furtiva a base de atracos a bancos para así poder acabar en algún lugar donde poder disfrutar de un retiro tranquilo. Pero no serán los únicos conocidos que se asoman desde la anterior aventura, aquí también disfrutaremos de la grata compañía del teniente Martín Gallardo y el sargento Pacheco, aparte de otros tantos que también nos ganarán, gracias al buen hacer de este escritor a la hora de crear personajes. Todo ello bajo el contexto de novela histórica, ambientada en 1918, cuando la gripe española es una sombra que planea sobre la población, y el panorama político resulta inquietante, lo que acrecenta el descontento social.
Cuando vas a comenzar una novela de César, debes saber que vas a emprender un viaje movidito. Así que te abrochas el cinturón porque se avecinan curvas. Te dejas arrastrar por esa prosa directa y concisa, casi aséptica, porque este autor quiere contarte lo que ocurre sin florituras, va al grano, porque lo que te tiene que contar va a ser como un directo a la mandíbula, así que no estamos para distracciones. Te va a decir lo que está pasando, y te va a indicar qué consecuencias tendrán esos hechos, desde un giro que te explotará la cabeza —sigo negándome a denominar esto con ese horrendo anglicismo llamado plot twist—, hasta los efectos sufridos por las células del individuo que reciba la agresión te va a dejar claro César, pero es tan bueno a la hora de narrártelo, que en dos renglones ya te ha quedado claro.
Creo que se nota que adoro a este escritor, nunca me ha defraudado desde que cogí su primera novela y su giro provocó una reacción en mí que nunca había experimentado con otro autor. Mi grito de sorpresa hizo que todo el autobús me mirara de forma extraña. desde entonces procuro leer todo lo que escribe, y no solo no me ha defraudado, sino que sigue dejándome noqueado, deseando asomarme al siguiente looping que nos tiene preparado, ese que no verás hasta que estés metido en él hasta las trancas.