Ese imbécil va a escribir una novela, de Juan José Millás

Juan José Millás ha escrito una nueva novela, y no solo no es imbécil, sino que se trata de uno de los mejores escritores vivos que tenemos la suerte de disfrutar.

Siempre es buena noticia el regreso del prolífico Millas. Escritor imparable que aborda la novela, el cuento —o «anticuento», como él mismo los cataloga—, el ensayo y el artículo periodístico. Porque en cualquiera de sus formatos, es un placer disfrutar de su prosa, de su fina ironía, de esas notas de sarcasmo, y sobre todo, de su enorme talento.

Sus historias no dejan a nadie indiferente. Con esos toques de metarrealidad, que emplea de forma tan natural que nos parece cotidiano, formando él mismo parte de los universos de introspección que despliega.

Articulista, comunicador radiofónico y, obviamente, escritor. Pero si ahora tenemos que repasar la obra y gracia de este autor, no sé qué haces en una blog de literatura, porque no voy a decir gustar, pero conocer, seguro que conoces a Millás.

Nos vuelve a envolver de su mística aura en la que no diferenciamos al real del literario, donde juega con esa ambigüedad mezclando realidad y ficción; realidad en la construcción de personajes, en especial ese sosia que es su protagonista, que curiosamente también es escritor y colaborador de un periódico, en el cual le hacen un nuevo encargo. Él, ya apático, decide que será este el último reportaje que realice, pero antes debe pensar sobre qué va a escribir, porque no solo debe ser interesante tanto como para el periódico como para aquellos lectores a los que irá destinado, también debe ser digno del cierre de su carrera.

Mientras piensa un tema que pueda interesar, continúa el fluir de su vida, abarcando a aquellos que lo rodean. Tras algún encuentro casual con antiguos compañeros universitarios, y amigos, descubre secretos que ni habría podido imaginar su fértil imaginación de escritor.

Gracias al uso maestro que hace de la metáfora, Millás nos va narrando esa doble interpretación tanto de su doble cabeza, que le salió surgió siendo niño, como esa doble entrada de la sucursal del banco Hispano Americano, una puerta de servicio a la que se sentiría relegado de una vida que podría haber sido distinta.

Autor/protagonista se plantea estas cuestiones llegado a cierta edad. «Cierta edad», menudo eufemismo. ¿Qué es cierta edad? ¿Cuando llegas a la edad en la que te das cuenta de que eres viejo?, ¿en la que eres consciente de que la vida ha pasado?, ¿en la que queda poco para el final? Habrá quienes digan que esa “cierta edad” se refiere a la que en la que la experiencia te ha hecho más sabio, pero se engañan, esa “cierta edad” no llega, somos los mismos, solo que más viejos, más escaldados, pero no más sabios.

A través de sus reflexiones, vamos siendo conscientes de lo imbéciles que somos todos. Extraños ante los demás; usurpadores, al igual que los invasores de cuerpos de Finney, rodeados de otros que creen conocernos, mientras nosotros mismos tratamos de encajar en la idea del personaje que nos han otorgado.

Un libro pequeño que engloba mucho más que su contenido. Reflexiones y pensamientos echando un vistazo atrás a la vida a través de una historia muy divertida, como nos tiene acostumbrados este autor, que gracias a su humor e ironía, nos cuela grandes verdades mientras nos hace pensar.