Sangre paga sangre, de Nacho Guirado

A pesar de la amplia oferta literaria de la que disfrutamos en la actualidad, la mayoría de los lectores acuden a lo seguro. Cuando visitan las librerías, no pasan de la estantería de la entrada, en la que los avispados dependientes exponen las novedades de los grandes escritores ya consagrados. Esos bestsellers que encabezan innumerables listas, o de las que los bookstagrammers —creo que se escribe así, no llevo bien lo del neo lenguaje— no paran de hablar. La mayoría de estas novelas ni siquiera son buenas, pero eso ya es un tema en el que no quiero ni debo entrar.

Lo que quiero decir es que cuando acudimos a lo seguro, posiblemente nos estamos perdiendo obras no tan reconocidas, pero que sin duda igualan, e incluso superan, la calidad de las que encabezan esas listas millonarias.

Fue así como conocí la nueva novela de Nacho Guirado. He de confesar que no conocía su obra. Así que como me gusta adentrarme más allá de los escaparates y primeras estanterías de esos locales, que para cualquier lector son como una tienda de golosinas para un niño, a menudo descubro joyas como Sangre paga sangre.

Su autor, Nacho Guirado, fisioterapeuta y osteópata asturiano, que un día decidió plasmar en papel la historia de su abuelo por que , como él mismo dice, «su abuelo no sería polvo silencioso». Así nació La lista de los catorce. Después de esto, vio que no solo su vocación era aquella de aliviar dolores musculares y articulares, sino que eso de enderezar, dar forma y hacer crujir a las palabras también era lo suyo. Fue por lo que, por suerte para nosotros, continuó con esto de escribir, y que además demostró que lo hacía bien, visto la cantidad de premios que se le han otorgado en diferentes certámenes a lo largo de su carrera como escritor.

Como confesé anteriormente, no conocía la obra de Nacho, y muy mal por mi parte, por que con Sangre paga sangre me ha demostrado que domina el arte de la literatura, y que toda su obra merece toda nuestra atención.

En su nueva novela nos narra la historia de Mercedes. Una mujer que ha sufrido mucho dolor físico, pero que para ella esto no significa nada comparado con el dolor que siente por dentro. Ese dolor de perder a quien se quiere y que al contrario del físico, que remite, éste último se acrecenta. Un dolor solo compartido con Carmen, su cuñada. Ese dolor no se irá nunca, pero quizás, la venganza lo haga más soportable, o puede que no.

Se trata de una novela áspera. Narrada de forma muy original, con una estructura de la que no estamos acostumbrados, donde los hechos se van desvelando a medida que avanzamos su lectura, pero que las consecuencias de estos, quedan impresas desde la primera página. Con reminiscencia al cine de Nolan, más de una vez, acudirá a nuestra memoria Memento, no porque el argumento sea similar, pero sí la estructura narrativa.

La historia no da tregua al lector, provocando que tengamos el corazón en un puño, anhelando que no ocurra lo inevitable, puesto que ocurrió, pero que aún no ha sido desvelado. Las piezas de un puzle dispuestas sobre la mesa, esperando ser completado, pero la imagen que lo forma no aparece impresa en la caja, por lo que tendremos que ir componiéndolo hasta descubrirla una vez acabado.

Escenas que emanan tanta tensión que las emociones de la protagonista traspasan las páginas para hacerlas nuestras, sintiendo que va más allá de la empatía que sintamos hacia ella. Miedo a que lo peor que pueda pasarnos se pueda materializar; que podría pasarle a cualquiera; que podría pasarnos a nosotros.

Lectura tan adictiva que esta novela corta, ya de por sí, se nos antojará mucho más, puesto que no podremos soltarla hasta llegar a su sorprendente final.