Cuando este libro llegó a mis manos, me imaginaba que me disponía a leer otra novela negra. No quiero que esto último suene despectivo, nada más lejos, puesto que se trata de uno de mis géneros favoritos, pero precisamente por ello creo que cuanto más leemos, más exigentes nos volvemos.
Cuál fue mi sorpresa a medida que me sumergía en sus páginas, descubrir que se trataba de una obra muy original, sintiendo que no estaba leyendo una novela al uso, o cuyo argumento estuviese ya trillado.
Ya llegando a su final lo pensaba, cuando lo acabé, lo confirmé: acababa de leerme uno de los mejores libros de este año.
Su autora, editora de Cosmopolitan y articulista, ha publicado tres novelas hasta la fecha, siendo Chicas brillantes la tercera, pero ya con su debut se hizo notar. La primera, titulada La chica que lo tenía todo (2015), fue todo un éxito de ventas, llegando incluso a tener su adaptación en la gran pantalla, dirigida en 2022 por Mike Barker, y protagonizada por Mila Kunis.
En la faja de este, su tercer libro, podemos leer: «Un trhiller inspirado en las últimas víctimas de Ted Bundy». Solo aquí veremos el nombre del asesino en serie, ya que la intención de la escritora ha sido dar voz a las víctimas. Una crítica a los medios de comunicación y a la sociedad actual, que es capaz de venerar al verdugo, dando un halo de invisibilidad y condenando casi al ostracismo a las chicas que asesinó.
En ella nos narra como Pamela Schumacher, presidenta de su fraternidad universitaria, se despierta en mitad de la madrugada. Nota algo raro en la casa, cruzándose con un hombre que no debería estar allí. Su comportamiento es sospechoso, y parece tener algo en la mano. Por fortuna, abandona la casa sin haber reparado en ella. Cuando sube dispuesta a amonestar a una de las chicas por haber dejado entrar a un hombre, descubre que el individuo ha atacado a cuatro de las estudiantes. Dos mueren antes de llegar al hospital, las otras sobrevivirán a cambio de sufrir grandes secuelas.
Tina Cannon, una extraña mujer, entra en la vida de Pamela cuando intenta ayudar a las víctimas y sus familias, a la vez que trata de arrojar luz sobre la desaparición de su amiga Ruth. Ella está segura de que su asesino es el mismo hombre que ha atacado a las chicas de la fraternidad.
Ambas crearan una alianza para tratar de descubrir la verdad que se oculta tras los asesinatos del Acusado —como se denomina en todo momento al asesino a lo largo de a novela—, repleto de trabas burocráticas y errores policiales.
Knoll combina ficción y realidad en perfecto equilibrio. A través de sus personajes rinde homenaje a las víctimas, desmitificando al ser miserable que acabó con sus vidas. Se trataba de un hombrecillo miserable al que su leyenda superó, haciendo creer estar dotado de un inusual intelecto. Esto no era más que una cortina de humo tras la que las autoridades y políticos ocultaban una serie de fallos e incompetencias. Los medios de comunicación les bailaron el agua demostrando la indolente parcialidad de estos.
Una novela muy bien escrita, y por supuesto, con una gran trabajo de traducción de la mano de Victor Manuel García de Isusi.
Sus diferentes hilos están perfectamente trazados, jugando con el pasado y presente, en esas subtramas sin que el lector se sienta perdido en ningún momento. La voces narrativas, en presente y pasado, juegan un papel fundamental. Que sean en primera persona es un acierto. Cogen al lector de la mano y lo guían a través de las páginas y sus subtramas. Imposible no empatizar con sus protagonistas.
Los personajes muy bien desarrollados, y su evolución nos conmueve. Nexo común destacable esas madres dominantes que moldean las personalidades de sus hijas en las que forjan la anulación de la aceptación, trillando el camino de seres desalmados. Ciegas a las consecuencias que ellas mismas provocaron.
Precioso homenaje a las mujeres, y denuncia del sensacionalismo que rodea la violencia hacia ellas. Todo dentro de un thriller que engancha con un ritmo adictivo y una estructura que sorprende.