Francisco Narla nos descubre la vida de Diego, el hijo olvidado del Cid Campeador

 

Francisco Narla se detiene en los rincones eclipsados por los acontecimientos más sonados del pasado. Y que, sin embargo, tienen mucho que contar. Narla recupera esos personajes,  hechos,  matices que solo forman parte del decorado, y descubre las historias de la Historia. Como samuráis en Sevilla, vikingos atacando Compostela, un gallego perdido en las batallas por Tierra Santa, o el hijo completamente desconocido de uno de los personajes más sonados de la Historia: el Cid.

Pero ¿qué se sabe en realidad de Rodrigo Díaz de Vivar?

«No fue condenado a un destierro, sino a dos. Sus hijas no se llamaban Elvira y Sol; se llamaban María, Cristina, y Diego. Sí, tuvo también un hijo, un hijo al que envió a morir… El Cid es uno de esos rincones polvorientos de la Historia, lleno de sorpresas. Y El buen vasallo desempolva ese rincón. Corre el telón de esas sorpresas. Descubre el canibalismo durante el asedio de Valencia, el papel de una Jimena que no merece ser olvidada, la caída a los infiernos de un hombre condenado por su ambición. Cuenta lo que solo se ha contado en ensayos enterrados en bibliotecas. Conocemos su leyenda, pero no su verdad. Su sombra se ha tragado su biografía. El Cid venció en Almenar, en Tévar, en Almusafes… Bairén, Cuarte. Jamás fue derrotado. Solo una vez perdió una batalla: la que libró con su hijo Diego». Francisco Narla

17 DE OCTUBRE EN LIBRERÍAS 

LA OBRA

Hubo un tiempo en el que la península ibérica estaba inmersa en guerras constantes. Fueron siglos de batallas célebres, valientes gestas que los juglares luego cantaron por tabernas y plazas. Pero hay una historia que siempre callaron, quizá porque nadie se atrevió entonces a contarla. La de un joven caballero llamado Diego.

Diego no es un muchacho cualquiera, sino el hijo del mayor héroe de la época. Su padre, Rodrigo Díaz de Vivar, se ha esforzado por convertirlo en el mejor de sus capitanes. Algo que el chico intenta sin tregua, a pesar de que la devoción filial que le profesaba ha ido desvaneciéndose ante la mirada inquieta de su madre, Jimena. En estos últimos años, el rencor ha hecho del Cid un hombre cruel, capaz de condenar a quienes más le aman. Y Diego, siempre dispuesto a servirle como lo haría un buen vasallo, tendrá que enfrentarse con la verdad sobre su padre y señor.

Narla nos sumerge en el mítico medievo español y nos ofrece el soberbio perfil humano de unos personajes que forman parte de nuestro legado. Honor, venganza, redención y amor se entrecruzan en una deslumbrante novela histórica que es a la vez la más seductora de las leyendas.