No conocía a Jaime Almansa, y Eso no estaba en mi libro de prehistoria es lo único que he leído de él. A pesar de haber participado y escrito en otros libros, es por este por el que he tenido la suerte de tropezar con él. Como digo, no lo conozco, pero puedo aventurar que este doctor en Arqueología e investigador en el Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC, es un privilegiado. Un privilegiado por dedicarse a lo que ama, y es que esto lo he deducido a través del entusiasmo contagioso que transmite en su libro.
Como aficionado a la historia he de confesar que de prehistoria y de protohistoria sé lo poco y justo que aprendí en mi época de estudiante. Me he dado cuenta de que lo que me enseñaron no pasaba de ser un breve repaso de conocimientos básicos que conducían más a generalizar ese periodo en la que el hombre pasó de bajar de los árboles, a hacer utensilios de piedra cada vez más elaborados y que en mi memoria no quedó grabado mucho más que del paleolítico paso al neolítico y poco más. Es simplificar demasiado, pero es cierto que los conocimientos de la mayoría no van mucho más allá, y hasta que no he leído este libro, no he sido consciente de ello.
Lo primero que te enseña Jaime en su ensayo es que en la historia de la Tierra no llevamos apenas nada y que desde que la habitamos —hace unos cinco millones de años— se le considera historia a un 2%; que existieron ciudades con miles de habitantes; al contrario de cómo nos lo han han contado, tampoco acaban los periodos al mismo tiempo, existiendo miles de años de convivencia entre especies, puesto que la evolución no ocurre de un día para otro, sino que es un proceso lento; como tampoco la prehistoria termina a la vez en todas partes, puesto que si la denominamos anterior a la aparición de la escritura, esta apareció antes en unas latitudes que en otras, haciendo incluso coincidir la prehistoria de lugares remotos, como Oceanía, con periodos como la Edad Media o el Renacimiento en Europa. Estos ejemplos no son más que la punta del iceberg de lo que nos revela Almansa a lo largo de este entretenido libro repleto de datos que nos llamarán la atención dejando en evidencia nuestros escasos conocimiento sobre el tema.
A pesar de lo apasionante del contenido y lo apasionado de la narrativa, quiero aclarar que no se trata de un libro recopilatorio de anécdotas simpáticas sobre neardentales y cromañones que le puedas contar a tu cuñado en una barbacoa familiar. Como el propio autor define, se trata de un libro de curiosidades no demasiado extendidas. Ensayo dirigido a aquellos lectores que ya se sientan atraídos por el tema con antelación, por que tal vez el tedio pueda alcanzar al neófito.
Es verdad que esto solo ocurrirá al lector sin inquietudes por saber quienes fuimos para así averiguar quienes somos. Factor importante es cómo el autor nos hace llegar toda la información, despertando en nosotros las ganas de saber de primera mano todo lo que nos cuenta. Cosa que él mismo nos facilita, recomendándonos que leamos su libro cerca del ordenador, porque a medida que nos va narrando, nos va indicando cómo acceder a esa información gráfica gracias a la tecnología de la que cualquiera dispone en la palma de su mano. A través de sus comentarios podremos ver esos yacimientos de los que nos habla, y del contexto donde se localizan esos hallazgos que van desvelando quienes eran nuestros antepasados y cómo vivieron.
Un libro apasionante que romperá con mitos y falsas creencias y que nos guiará a través de una época fascinante donde solo los restos y la titánica labor detectivesca de los arqueólogos arrojan luz hacia un pasado fascinante en el que aun queda tanto por descubrir.