Los elegidos, Nando López

He leído muchas de las novelas de Nando López, por lo que se puede decir que este doctor cum laude en Filología Hispánica se ha convertido ya en uno de mis escritores favoritos. Anteriormente he reseñado algunas de las obras de Nando, y reitero que su literatura, aparte de entretener y emocionar, es necesaria.

Su amplia bibliografía abarca géneros como novela —La edad de la ira cuenta con su propia adaptación televisiva en forma de serie—, teatro y ensayo. En cada trabajo, Nando demuestra su compromiso con la educación, pilar fundamental a la hora de formar una sociedad mejor, en la que la intolerancia no debe tener cabida. Muchas de estas obras se leen en colegios e institutos, y el propio autor acude a centros educativos donde da charlas y comenta su trabajo con los alumnos, realizando una labor encomiable.

Después de estos antecedentes, ¿quién puede resistirse a la lectura de su nueva novela Los elegidos? Destino nos la hace llegar en una bonita edición en rústica con solapas. Sus quinientas siete páginas están divididas en cinco actos, como si de una obra de teatro clásica se tratara. Cada cual lleva el título de una obra —un íntimo homenaje a los protagonistas y cierta relación con el título de la propia novela—, dotando a uno de los personajes principales con el amor por el teatro que siente el propio autor.

En ella nos narra como Asun y Santos se conocen en una fría noche de enero de 1950 en el tablao donde ella trabaja. Viendo cada uno a su salvador en el otro, esa relación termina en matrimonio. Así ella consigue alejarse del ambiente turbio que rodea su trabajo, y él mantener a salvo su secreto, aquel que la indiscreción y los rumores pueden desvelar, y que solo la relación con una mujer podrán acallar.

Ya casados, Santos continúa con su trabajo como bibliotecario, y Asun se encargará de atender a los estudiantes a los que alquilan alguna habitación de su hogar marital. Será la llegada de dos estudiantes, una obra de teatro que se estrenará en el Primer Congreso Universitario de Escritores Jóvenes y los subterfugios del clandestino Partido Comunista, los detonantes para que la vida de nuestros protagonistas se vea alterada, oscilando entre una felicidad que no creían merecer, y unos riesgos que deberán correr.

Nando está muy comprometido con el colectivo LGTBIQ+, es por lo que muchos de los habitantes de sus libros son personas pertenecientes a él. A través de ellos lucha contra los estúpidos prejuicios que hoy día siguen existiendo. Si extrapolamos esta situación a tiempos pretéritos, en concreto a los años cincuenta en los que transcurre esta novela, nos encontramos que sus detractores no solo pertenecían al otro bando, también tenían que ocultarlo a los de sus propias filas.

Esta novela histórica recrea a la perfección la lucha de esas personas que realmente tenían dos frentes abiertos. Sus protagonistas no solo son clandestinos ante el fascismo que imperaba en el país, también lo son en sus propias vidas. Nando nos regala una historia de amor y sacrificio. Un amor que trasciende lo físico y se convierte en algo tan platónico como tangible —sí, esto es posible—, cimentado en la admiración. Pero también nos ofrece una historia de amor pasional, de esos que ciegan al sentido común y que merecen ser a pesar de las circunstancias. El amor por el teatro también queda patente por parte del dramaturgo que encontramos en este escritor que derrama tanta pasión por nuestros clásicos a través de esa obra clandestina que ensayan los protagonistas, y que quieren estrenar a pesar de las temibles consecuencias que podría acarrear.

Como señalo al principio, he leído mucho, pero no todo lo de este prolífico autor, y aun así me atrevo a aventurar que Los elegidos es su mejor novela. Principalmente por esta emotiva y emocionante historia de amores cruzados e incondicionales, y su trasfondo de lucha y sacrificio contra el fascismo que atenazaba la libertad. También por su arduo trabajo de investigación a la hora de plasmar una época de oscuridad, donde ya sabemos de sobras las penurias y carencias generales, pero no tanto del sufrimiento de aquellos denominados «violetas», personas a las que se les encerraban y denigraban solo por su condición sexual.

Nando nos llega al alma con sus palabras. Hace que pensemos, porque de eso va la Literatura —así, con mayúsculas, porque cuando Nando crea, se ha de denominar mayúsculo su arte—, no solo nos engancha a la trama, consigue que pensemos. Recordemos que aunque aquella época negra, no tan lejana, ya pasó, actualmente sigue existiendo mucha intolerancia, e incluso en demasiados países, la homosexualidad se castiga con prisión y muerte. Esto indica que aún queda mucho camino por recorrer. Por eso repito que la obra de Nando sigue siendo muy necesaria. Solo con buenas historias, y tan bien contadas, podemos despertar la empatía y el respeto; aprender y sobre todo, educar.