Banville es la suma de la literatura que debe escribirse. Más allá de modas y géneros, la prosa infinita y despampanante del irlandés marca la linea de lo que es una gran obra literaria y lo que queda abajo, a una distancia terriblemente humana comparada con su divina escritura.
Las singularidades es su obra cumbre, una novela con un ritmo fresco y fluctuante que ennoblece la construcción de personajes, la variedad de narradores, la multiplicación de los temas y la riqueza de las descripciones, uniéndose en una trama y una narración que deja al lector con ganas de más. Una novela que cuesta terminarla por la sensación de desamparo lector que deja a quien la comienza. Uno siempre quiere más y las trescientas páginas se le quedan como miel en los labios.
La trama no consta de nada especial, eso es lo más interesante. Treinta años después Freddie Montgomery ha salido de la cárcel. Sin perspectivas y bajo el pseudónimo de Felix Mordaunt retoma al lugar de su niñez, donde ahora vive la familia del fallecido Adam Godley, el gran físico cuya teoría revolucionó la concepción del universo. Mordaunt se une al heterogéneo grupo formado por el hijo eternamente a la sombra del famoso científico, su irresistible esposa Helen, una terca ama de llaves, la viuda del científico hecha una momia, un biógrafo enamorado y una mujer del pasado que le pide a Felix un inesperado y peligroso favor.
Trazando círculos con estos personajes encontramos narradores diversos, un diosecillo perverso, el biógrafo alelado, la momia viuda con demencia senil y las divagaciones de aquellos otros personajes que solo tienen hoquedad en la cabeza.
El vocabulario, extraordinariamente traducido, es sublime, las comparaciones profusas, novedosas y geniales, el humor ácido como corresponde a un escritor de las islas, y lo demás, pues todo lo demás es Banville, es decir la literatura en su mayor exponente.
No se pierdan Las Singularidades, no hay un banquete literario más rico para este Día del libro.