He leído mucho a Julia Navarro. Pero a la Julia narradora de historias. Ni a la periodista ni a la ensayista. Bueno, a esta última la acabo de conocer, y me ha gustado tanto o más que la novelista.
Sus anteriores ensayos han sido libros sobre política, y puede que ese tema nos eche a muchos atrás. Igual el motivo son prejuicios, pero a pesar de lo que leo, me tiene que interesar mucho un ensayo sobre política como para atreverme a bucear en él. Sin embargo, en esta ocasión Julia ha querido brindar un homenaje a todas aquellas mujeres —al menos a una gran mayoría— que han tenido tanto o más relevancia a lo largo de la Historia de la que los hombres les han otorgado.
Si hay que calificar este libro, la palabra es esa: homenaje. A través de él nos hace conocer, o recordar, a mujeres que marcaron un hito en los diferentes campos a los que se dedicaron. Mujeres que hicieron grandes descubrimientos, escribieron grandes obras, inventaron ingenios audaces… Mujeres que aportaron mucho más de lo que se les ha reconocido. Eso a las que se le haya reconocido, porque a muchas la Historia aun no les ha solventado la deuda que hacia ellas mantiene.
Este es un libro feminista. Pero que nadie se rasgue las vestiduras ante esta palabra. Porque como la propia RAE la define: «Principio de la igualdad de derechos de la mujer y el hombre», lo lógico sería que todos lo fuésemos. Pero tampoco aquí mi labor es convencer ni explicar el significado de este, por muchos mal entendido, término. Significado que Julia Navarro conoce tan bien que no incurre en el mismo error de ignorarlos a ellos, dándoles el protagonismo que también merecen en muchas de las vidas que narra. Es por ello por lo que es un libro de justicia, imprescindible y necesario.
A grosso modo se podría decir que este ensayo contiene un compendio de géneros tan amplio como amplio es el número de mujeres que lo forman. Julia comienza poniéndonos al día en mitología griega, donde aparecen historias ya conocidas protagonizadas por hombres y dioses, pero desde una nueva perspectiva. Y es que por muy protagonistas que se sientan los miembros masculinos que las habitan, la autora nos recuerda que el detonante de todas estas historias son causadas por la acción, voluntaria o involuntaria, de una mujer. Son ellas las que provocan las situaciones que desencadenan las leyendas; pasamos por biografías de mujeres vilipendiadas por la Historia —ella misma cita al autor de la frase «la historia la escriben los hombres»— repasando los aspectos más importantes que las marcaron y las hicieron merecedoras de su puesto en la memoria; de repente nos vemos inmersos en tratados de filosofía al repasar el trabajo de muchas de ellas en este campo; así como nos encontramos leyendo poesía surgidas de la pluma de auténticos prodigios de la literatura, donde lo de menos es su género.
Las vidas de unas mujeres que Julia se encarga de transmitirnos; algunas nos las narra de manera extensa, otras en meros trazos, siempre en su justa medida; siempre de forma amena y de un modo cercano. Tanto que más que un libro parece que estemos disfrutando, acompañados de la escritora, de un café en una terraza, y de repente, en la agradable conversación ha surgido el tema de cómo a lo largo de los siglos se ha defenestrado el recuerdo y valía de aquellas pioneras.
Julia Navarro escribe desde el corazón, y refleja la admiración que siente por las mujeres cuyas vidas repasa en su libro. Vidas todas apasionantes, casi todas dignas de llevarse a la pantalla. Porque mientras la mayoría pasamos de soslayo por el mundo, ellas destacaron en sus campos no solo por su inteligencia, sino por la determinación que demostraron al no conformarse con el papel que la sociedad les tenía reservado. Abriendo camino a sus congéneres a base de dinamitar convencionalismos y tratando de abrir mentes obtusas, no solo masculinas, que trataban de mantener un statu quo abocado a su extinción, afortunadamente. Aunque aun quede mucho camino por recorrer.
En el desarrollo de esta reseña quería nombrar a alguna de estas mujeres para así ilustrar algunos ejemplos. He decidido que mejor no, puesto que con ello estaría haciendo todo lo contrario de lo que la autora quiere conseguir con este libro. Y es que todas son importantes, y no es justo destacar a unas más que a otras, porque estaríamos cometiendo la misma equivocación que los cronistas cometieron con ellas. Porque todas son importantes. Todas las que están, aunque no estén todas las que son.