Siempre habrá alguien que, cuando salga a relucir el tema de la Guerra Civil, añada que ya hay demasiada literatura en torno a esta. O que existen demasiadas películas. O que si parece que no hay otro tema sobre el que hablar. Seguro que les suenan este tipo de comentarios, ¿verdad? Puede que, en cierto modo, hasta sea verdad. No obstante, soy de la opinión de que si lo que se va a contar sirve para arrojar más luz, para humanizar aquella sombría época y para no repetir el pasado, bienvenido sea.
Creo que poner nombres y apellidos a quienes vivieron este periodo de la historia y mostrar la parte más humana es, sin duda, la mejor forma de comprender, confraternizar y aprender. Porque, desgraciadamente, nunca deja de sorprendernos el horror que se vivió no hace tanto tiempo en España.
J.O Conde nos regala en El canto del Cisne un testimonio desgarrador y tremendamente humano de aquellos años en que el porvenir tenía nombre de esperanza y acabó convirtiéndose en el mismo infierno.
Mediante un ejercicio de flashback perfectamente ejecutado, J.O Conde se mueve entre el presente y el pasado. De este modo, conocemos al anciano Pepe quien, internado en una residencia en Madrid y ya a las puertas de la muerte, decide llamar a su hijo José para contarle la historia de su vida: el relato de una infancia marcada por la guerra.
Así, la voz del anciano Pepe nos traslada a su propia niñez en Nerva, un pueblo minero de la provincia de Huelva donde Pepe era tan solo Pepito y donde la vida trascurría apaciblemente. En compañía de su padre José, un ingeniero de caminos de sólida formación intelectual, y de su madre, Pepito vive sus primeros años en ese pueblo que rebosaba vida social, cultural y, por supuesto, lucha obrera.
Allí vive sus primeras anécdotas y travesuras junto a sus amigos Eugenio, El Persa y Modesto. También junto a la inseparable compañía de su perrita Alaska. El doctor Cristóbal Roncero Piñero, uno de los médicos del pueblo, hombre de vasta cultura, poeta y aficionado a la música y gran amigo de la familia, será una de las personas más influyentes en la vida del joven Pepito. Un personaje entrañable de gran relevancia también en la novela.
Entre viajes, obras de teatro, descubrimientos, óperas, trastadas, tertulias, lecciones de piano con su madre y los grandes acontecimientos de la época, llega, en 1931, la República a Nerva, un terremoto social que sacude al pueblo minero.
Tras un periodo de aparente calma en el que, no obstante, poco a poco los odios y rencillas entre vecinos habían comenzado a fraguarse, llega la declaración de la guerra y con ella el final de la infancia de Pepito: el terror, los bombardeos, el odio, los traumas… un auténtico torbellino que arrasa con la vida de todos y con la infancia de aquel niño que debe contemplar en primera persona el espanto.
A pesar del horror de lo narrado, El canto del Cisne es, no obstante, un canto hermoso a la fraternidad, a la amistad, a la familia y a la infancia. Una luz que se abre paso entre tanto dolor. Y es que J.O Conde nos regala un libro bellísimo que recoge un periodo de la historia turbulento visto desde la mirada de un niño que no logra comprender tanto horror.
Escrito desde el corazón, este relato biográfico de José Olivares nos muestra otra mirada de la Guerra Civil, aquella más inocente y humana. El canto del cisne es una novela exquisita, llena de luces y sombras. Un ejercicio literario honesto, hermoso y cautivador el que J.O Conde nos ofrece en las páginas de este libro. Sin duda, una novela que debería ser de obligada lectura pues, como os decía antes, todo lo que nos sirva para entender y, sobre todo, para no repetir ciertos periodos del pasado, sigue siendo completamente necesario.