Anteriormente he reseñado obras de Nando López, pero no me canso de repetir lo reconfortante que resulta volver a encontrase con él a través de sus novelas. Aquí, en este su nuevo libro, no solo queda reiterada la calidad de su narrativa, ahora deja más patente aun, si eso es posible, lo inmensamente generoso que es. Porque este nuevo trabajo no es solo suyo. Es el resultado de un bonito proyecto el cual consistió en lanzar por las redes sociales un reto a todos los adolescentes que quisieran compartir sus historias. Historias de superación, esfuerzo, y cómo no, lucha. Nando eligió quince de esos relatos, para tejer con ellos una novela que a la par que relacionaba a sus protagonistas, cada uno, individualmente, fuera oído. Porque cada una de esas historias merece ser escuchada, tanto como para admirar a sus protagonistas, como para que sirvan de ejemplo, porque desgraciadamente, esos quince relatos no son más que una muestra de las miles de luchas que se llevan a cabo cada día a nuestro alrededor, incluso más cerca de los que creemos.
A través de estos testimonios conoceremos a Alejandro, Ana, Andrea, Ashley, Helena, Celeste, Deli, Gina, Isaac, Kuro, Lia, Marta, Nazaret, Nyx y Paula. Quiero nombrar a todes, porque cada nombre merece ser subrayado por la relevancia y el ejemplo que cada cual demuestra con sus vivencias. Y no, ese «todes» no ha sido un error ortográfico. He de admitir que a mí es al primero que ralla ese uso del no genérico —tengo ya una edad y somos animales de costumbre—, pero hay que admitir que el lenguaje es algo vivo, y evoluciona, como debemos evolucionar nosotros. Además, quién soy yo para poner en duda a un doctor cum laude en Filología Hispánica como es Nando López, y cuando él usa esta forma de lenguaje inclusivo, ya no solo se trata de sí es correcto o no usarlo, esta discusión se debe zanjar cuando llegamos a comprender que las personas deben estar por encima de una regla escrita.
Nando nos tiene acostumbrados a esa prosa cálida y reflexiva, que esta vez presta a cada uno de los testimonios que se entrelazan, creando un único relato con todos esos nexos en común que los hace afines. Porque de lo que trata esta novela es de si ya es difícil enfrentarse a la adolescencia, etapa en la que aun no eres adulto, pero ya dejaste atrás la niñez, más complicado resulta cuando la mayoría de los que te rodean son enemigos. Enemigos débiles, que se apoyan en otros más débiles para parecer fuertes, que te acosan. Carece de importancia que lo hagan por tu aspecto físico, por tu condición sexual o por tu procedencia. Lo hacen por que resulta que eres diferente, o al menos a lo que creen que es normalidad, por el mero hecho de que la mayoría coincide en esos parámetros que corresponden a ese malentendido estatus. Mayor es esa lucha cuando quienes no te apoyan son los tuyos, aquellos a los que se les presupone guardianes de tu seguridad.
Siempre señalo que la literatura de Nando debería ser de obligada lectura para todos, pero en especial para los intolerantes, quizás así descubrirían el significado de la palabra empatía. Pero también señalo siempre que es una pena que para aquellos que debería ser imprescindible leer sus novelas, no lo hagan —también tienen ese defecto que es el prejuicio—, y sea la gente que ya comprende el sufrimiento y se calza los zapatos de quien es oprimido, sus lectores más fieles. Es por ello que no quiero obviar esa labor tan bonita que ejerce Nando a la hora de programar lecturas y debates en colegios e institutos para, a través del arma más poderosa que es la educación, intentar que la irracionalidad y la intolerancia pierdan la batalla. Pero en este caso quiero destacar que esta novela debe ser leída tanto por adolescentes como por aquellos que tenemos hijos que abarcan tan conflictiva etapa. Los primeros se verán reflejados, y comprenderán que no solo esto les ocurre a ellos, que desgraciadamente es más común de los que se cree. Para que tomen ejemplo de estos valientes jóvenes, y busquen ayuda. Y para los segundos, que aunque pasamos por esa edad en la que no solo estábamos contra el mundo, sino contra nosotros mismos, parece que nos olvidamos, y creemos que pegando dos gritos se soluciona todo, cuando lo que tenemos que demostrar es que sabemos escuchar, y hacerlos conscientes de que estamos aquí por y para ellos. Es bueno que nos recuerden de vez en cuando que tampoco fue fácil para nosotros.
Es una novela muy fácil de leer, y que os animo a hacerlo, y que animéis a vuestros hijos a leerla también. Porque aparte de resultar tan útil, es muy entretenida, y a medida que vas avanzando en su lectura, no quieres parar, porque quieres saber si se resolverá y cómo será el desenlace de todes elles, que despiertan nuestras simpatías. Y es que es imposible no hacerlo cuando esta novela resulta que es interactiva y que a través de unos códigos QR podemos oír las palabras de sus protagonistas.
Nando ha vuelto a conseguir algo tan difícil como es escribir en papel pero que sea en nuestras almas donde quedan grabadas sus palabras.