Hay libros que son muy difíciles de clasificar. O, dicho de otro modo, hay libros que contienen en ellos todos los libros del mundo, un poco como le ocurría a Pessoa con los sueños.
Velázquez 33, de JM García Maceiras, es uno de esos libros que no admiten clasificación. ¿Es una novela? Sí. ¿Podría ser una obra de teatro? Podría serlo. ¿Hay lirismo en él? Sí, mucho. ¿Es comedia o es tragedia? Un poco de las dos cosas. Lo que ocurre con Velázquez 33 es que es un libro tan original que, de repente, deja de ser libro y se convierte en un cuadro. Y es que a veces leer esta novela es como contemplar una obra pictórica en la que sus personajes cobran vida. Pero ¿sabéis qué más es Velázquez 33? Un corral de comedias del siglo XVII. Adentrarse en esta historia es cómo asistir a una representación en uno de esos corrales antiguos, llenos de gente, con actores sublimes y tremendamente divertidos.
Os invito a cerrar los ojos, lectores. Bueno, no mientras leéis la reseña porque entonces va a resultar muy complicado que me sigáis. Vamos a probar otra cosa… Imaginad conmigo.
Estamos en Madrid, en un salón de calzado artesano. Una estancia decorada a semejanza de los salones de juegos de los palacios de antaño. En el centro del salón, Arcadio Canalejas está calzando unos hermosos zapatos a una dama. Con sus veintitrés centímetros de altura y los ojos más hermosos de Madrid, Arcadio es ya un anciano renqueante del que, poco a poco, iremos descubriendo más.
Todo el mundo quiere unos zapatos del gran Sacha Wollenhaupt, firma que domina el mercado internacional artesano. Y Arcadio, nuestro Arcadio, es su pequeño gran hombre, su mano derecha, su gran maestro artesano.
Por el salón madrileño pasan todos los días “engoladas aristócratas y herederas envanecidas, divorciadas revanchistas, arribistas estúpidas y políticas corruptas, sagaces empresarias, ejecutivas de renombre, profesionales triunfantes de la ingeniería (…) y cada una de ellas debe ser tratada como si fuera una enviada de los dioses”.
¿Seguís imaginando el salón, ¿verdad?
Bien, además de a todas estas clientas, en él podemos encontrar al peculiar Wilson Santini, o a las damas, conocidas como las cuatro sotas, que regentan el mercadillo benéfico Velázquez 33, en los bajos del edificio. También a la sorprendente Violeta Salazar, una actriz, en todos los sentidos, inigualable. Banqueros, notarios, damas singulares. Todos ellos conforman un elenco tan peculiar como las anécdotas y vivencias que poco a poco se van desgranando en las páginas de esta novela.
¿Y qué es lo que ocurre en Velázquez 33? Pues, como dice Wilson Santini: “Para la mayoría, la vida es una novela, para unos pocos, teatro” y es que este libro es una obra de teatro dentro de una novela. Entre sus páginas trascurre la vida misma. Eso sí, vista desde ese prisma tan particular de JM García Maceiras.
Por Velázquez 33 desfila toda una galería de personajes de lo más variopinto que, a través de diálogos elocuentes, tremendamente divertidos y sagaces realizan una radiografía perfecta de un costumbrismo actual lleno de lujos que no es más que, en cierto modo, un trampantojo.
Una novela que transgrede cualquier norma convencional. Una novela que es, en cierto sentido, una oda a la mujer, a lo absurdo y a lo inconmensurable. Una obra de amor a este edificio, sus residentes y usuarios y, por supuesto, al exceso.
Velázquez 33 me evoca, en cierto modo, a Ionesco y su absurdo, a Capote y su fastuosidad, a Fitzgerald y su maestría, a Cela y su enjambre.
Una novela original, apasionada y llena de vida que te atrapa en este mundo único que JM García Maceiras recrea en sus páginas. Sin duda, para no perdérsela.