En fechas tan señaladas para el susto, —ya seas pro o anti hay que admitir que Halloween se va ganando su lugar entre nuestras fronteras— uno de los autores mas apropiados a los que rendirse es Stephen King. Mientras dedico horas a su nueva novela, de la que os hablaré en breve, hago un hueco a este caramelito que nos regala Nørdica. Cuento corto, que originalmente apareció en el recopilatorio «Dark love», editado en 1995, en España con el título «Todo es eventual: 14 relatos oscuros». En el que también apareció por primera vez «El hombre del traje negro» otro relato corto que esta misma editorial ilustró anteriormente.
Nørdica, de la que he confesado más de una vez estar enamorado de sus libros ilustrados, nos vuelve a sorprender con un bonito libro en un formato de tapas duras y a todo color. Esta vez es la mano experta de Javier Olivares la encargada de los dibujos. No es la primera vez que Olivares ilustra para Nørdica. Anteriormente ya plasmó su arte acompañando los textos de Arthur Conan Doyle, Jane Austen y Jack London. Esta vez le ha tocado a este sobrecogedor relato de King, al cual su estilo tan personal, y donde predominan el rojo y el negro, le sienta muy bien.
En este cuento King nos narra, en plan reflexivo y a través de su personaje en primera persona, como Steve Danis entra en shock al descubrir una nota de despedida de su mujer en la que le revela la decisión de divorciarse. Él, sin salir de su asombro, no sabe cómo reaccionar, porque no se le ocurre el porqué su mujer ha tomado dicha decisión. Como ve que la intención es definitiva, decide acudir a la cita que le han concertado con esta y su abogado en un conocido local neoyorquino llamado Café Gotham. Allí tendrá que lidiar con su irascible e inminente ex y con el letrado de esta. Lo que no sospecha es que esto no será nada comparado con la locura, no tan servicial, que se desatará en el restaurante. Antes de comenzar su relato, a través de un breve texto, ya King nos confiesa la fuente de su inspiración, sugiriéndonos de forma implícita que la realidad puede superar la ficción.
Lo que más me llama la atención de estas maravillosas ilustraciones es la expresividad de los personajes. Como Olivares capta el estado anímico de cada uno de ellos, y de cómo los colores elegidos por el artista también reflejan dichos estados, no solo notables en el rostro, también en la posición y actitud del cuerpo. Personajes que ocupan la mayor parte de la escena, dejando en muy segundo plano los escenarios, lo que dota de mayor relevancia el peso de la historia, la cual, al tratarse de un relato corto también prescinde de descripciones baladíes y va directa al grano.
Como ya he señalado, se trata de un relato corto, un libro donde sus noventa páginas las leeremos en un momento. King no defrauda, y va creando atmósfera captando nuestra atención desde los primeros renglones. Ya sabemos que en esto de la narrativa no solo es King por el apellido. La historia va in crescendo hasta la locura final, nunca mejor dicho. Pero aparte de la calidad narrativa del autor, mérito que también hay que otorgar a Íñigo Jáuregui por su traducción, es en sus ilustraciones donde nos embelesaremos durante más tiempo que el empleado en sus letras, y por las que merece la pena tener este libro y exhibirlo en nuestra biblioteca. Una joya tanto para el admirador de Stephen King, como para el aficionado a la ilustración.