Miriam Toews se basa en lo vivido con su hermana para plantear en la novela Pequeñas desgracias sin importancia el estigma que aún rodea a la enfermedad mental y el derecho a decidir sobre la propia muerte
Las vidas de las hermanas Von Riesen no podrían ser más dispares. La existencia de Elfrieda parece perfecta: es una pianista de renombre internacional, una mujer glamurosa y felizmente casada. La de Yolandi, en cambio, es un verdadero desastre: en pleno divorcio, a duras penas logra llegar a fin de mes y siente que sus hijos adolescentes crecen demasiado deprisa. Y sin embargo Elf no quiere seguir viviendo, mientras que Yoli daría lo que fuera por mantener a su hermana mayor con vida. Sentada junto a la cama de Elf en el hospital tras su último intento de suicidio, y mientras lidia con sus propias pequeñas desgracias, Yoli se pregunta cómo transmitirle a su hermana la fuerza necesaria para seguir adelante, cómo resistir ella misma con el corazón hecho pedazos y, en definitiva, cómo ayudar a alguien que desea morir.
Pequeñas desgracias sin importancia guarda un equilibrio perfecto entre lo entrañable y lo desgarrador, entre la comedia y la tragedia. El genio literario de Miriam Toews logra lo imposible: desarmarnos y hacernos reír en la cara de la desgracia. Una novela cautivadora, tierna e inteligente, cuya memorable protagonista, Yoli, lucha con todas sus fuerzas contra lo inevitable, poniendo de relieve lo frágil que es nuestra existencia y contagiando al lector un poderosísimo anhelo de vivir.
«¿Qué hacer cuando tu maravillosa y querida hermana te pide que la ayudes a dejar este mundo porque la existencia le resulta intolerable? ¿Cómo convertir semejante historia en una obra creíble y, aunque dolorosa, también tremendamente divertida? Pequeñas desgracias sin importancia es una novela valiente, toda una exhibición sobre la cuerda floja».
Margaret Atwood
«Toews escribe con un estilo engañosamente sencillo y con tal delicadeza que uno quiere saborear cada palabra».
The Guardian
«Una novela irresistible… Su inteligencia, su honestidad y sobre todo su compasión proporcionan una especie de bálsamo existencial, un consuelo no muy diferente al que nos procuraría abrir una buena botella de vino y disfrutar de una larga charla con un viejo amigo».
Curtis Sittenfeld, The New York Times