Posidonio, filósofo de la escuela estoica, nacido en Siria en 135 a. C. fue político y aclamado como el mayor polímata de su tiempo. Viajó a lo largo del mundo romano para poder realizar sus estudios que abarcaban diversas ciencias como física, historia, geografía, astronomía, matemáticas… incluso astrología y videncia.
Gracias al aprecio que sentía hacia él Pompeyo, gozó del privilegio en 70 a. C de visitar una de las ciudades del lejano occidente, donde se situaban las Columnas de Melqart — el Hércules fenicio—, la legendaria Gades. Allí fue testigo de acontecimientos históricos que cambiarían para siempre dicha metrópolis. Juan Luis Pulido se encarga de hacernos llegar, en forma de novela, los hechos que acontecieron durante la visita de este hombre sabio a la ciudad milenaria fundada por el pueblo cananeo.
Debido a la influencia del cónsul, Posidonio consigue el raro privilegio de hospedarse en el templo del dios Melqart mientras realiza los estudios que determinen el comportamiento de las mareas a la vez que consulta su legendaria biblioteca. En su ensimismamiento y ansia de saber, no será consciente del peligro que corre rodeado de enemigos que detestan al poder romano y lo que representa para un pueblo sumido en las antiguas tradiciones, donde los sacrificios humanos y la prostitución ritual son elementos llevados a cabo por unos sacerdotes conservadores que no están dispuestos a aceptar un nuevo orden. Su estancia en Gadir, ciudad adorada y detestada por él a partes iguales, le hará darse cuenta que en la vida no se puede dar nada por sentado, aunque esta esté llegando a su ocaso, y que todavía el destino le impartirá lecciones que creía hace tiempo aprendidas.
Juan Luis Pulido lleva en su haber ya varios libros. Gadir es su cuarta novela. Con las anteriores ya dejó patente su gusto por narrar novela histórica, y con este, su último libro, bucea mucho más profundo, llegando casi a los albores de la civilización. A través de los ojos de Posidonio, —puede que su nombre no le suene a muchos, pero no por ello deja de ser uno de los más relevantes, a pesar de que su obra no ha llegado completa a nuestros días— exploramos la urbe fenicia mientras conocemos las costumbres de la época; de cómo sus ciudadanos se ganaban la vida; cómo se divertían; los vaivenes de una sociedad tan arraigada a sus orígenes, al mar y a la vida religiosa; así como a su política y de su resistencia a sucumbir a la poderosa Roma. Nuestro héroe visita la ciudad justo en los tiempos más convulsos, y es que es un polvorín a punto de estallar.
El autor consigue hacer apasionante un simple paseo por las estrechas y concurridas calles, mostrándonos los peligros que acechan a nuestro protagonista. Muy bien documentada nos traslada a la Cádiz fenicia. Haciendo alarde de sus conocimientos históricos consigue recrear esta parte de la historia casi desconocida para la mayoría de nosotros, y que a mí particularmente me ha resultado muy interesante, ya que al residir cerca de donde transcurre la acción casi me avergüenzo al reconocer que apenas sabía de este periodo histórico que me ha resultado tan interesante y que ha despertado mi curiosidad. No todo el mundo consigue tener ese rigor histórico a la vez que teje una historia tan compleja y a la vez entretenida. Juan Luis Pulido sale airoso de la experiencia, haciendo posible que empaticemos con un filósofo mayor donde la mayoría de las veces está en la inopia, inconsciente del peligro que corre y donde la pasión por saber es mayor que su propio instinto de supervivencia. La prosa de Pulido también es loable, con un lenguaje sencillo y directo nos traslada a esta era pretérita, donde logra instruirnos, entretenernos y emocionarnos.