Nadie podrá quererle como yo, de Juan Pedro Cosano

Conocido como “el Hechizado”—quizás su apelativo menos cruel—, la historia ha tratado de forma injusta al último de los Austrias. Debido a su consanguinidad, sus problemas de salud le han acompañado desde niño, provocando incluso su infertilidad. Al no dejar descendencia, provocó la guerra de sucesión y la llegada de la casa Borbón al trono español. Se dice que era feo y deforme, cara larga, donde una nariz demasiado grande le ocultaba el labio superior, con una barbilla larga y encorvada hacia arriba. Se le atribuye el inicio de la decadencia española, pero posiblemente fuese lo contrario, y que gracias a su gestión logró mantener la hegemonía del imperio a pesar del poderío francés de Luis XIV; junto con sus hombres consiguió la recuperación de las arcas públicas, alcanzando, con sus reformas el bienestar de la población. A diferencia de sus antecesores y predecesores, famosos por su mala gestión y derroche.

La novela histórica es un terreno escabroso para el escritor. A la dificultad de escribir una novela le sumamos el hándicap de cuidar mucho los detalles de la época en la que se sitúe la trama. Hay que evitar anacronismos tanto de elementos, hechos e incluso lingüísticos, ya que como todos sabemos, el lenguaje es algo vivo que evoluciona y en siglos pretéritos no se empleaba tal como lo hacemos hoy día, ni en forma ni en contenido. Si a todo esto le sumamos la interacción con personajes reales, se vuelve una empresa harto difícil. Juan Pedro Cosano —un abogado que escribe o un escritor que hace juicios— no solo ha realizado una labor encomiable para que todos estos elementos funcionen, sino que va más allá. Hace que esos personajes reales protagonicen su libro.

Cosano aprovecha esta novela histórica para narrarnos lo que podríamos denominar un noir barroco. Aunque su verdadero trasfondo es una historia de amor. Un gran amor protagonizado por una joven María Luisa de Orleans hacia su marido, el joven y desdichado Carlos II, al que en su lecho de muerte se dice que dedicó las palabras: “Muchas mujeres podrá tener Vuestra Majestad, pero ninguna que le quiera más que yo. Nadie podrá quererle como yo”, palabras que dan el bonito título a este libro.

Hoy día no se sabe con certeza si la joven reina fue envenenada o no, pero partiendo de esta premisa, el autor nos traslada a 1689, donde María Luisa desvela sus sospechas a su marido antes del desgraciado desenlace. El hecho de que María Luisa no consiguiera concebir, acarreándole la fama de infecunda, privando al reino de un heredero, hace pensar al desolado Carlos que tal vez la reina no se equivocaba.

Consciente de que no se puede fiar de nadie, encarga las pesquisas necesarias al joven dramaturgo real Francisco Antonio de Bances y Candamo, que por no contrariar a su rey acepta el inaudito encargo, pero que no tiene ni idea de cómo llevará a cabo tal investigación. Así es como seguimos al bueno de Candamo en sus pesquisas y tribulaciones en pos de la verdad, donde hará todo lo que esté en su mano para poder aclarar si realmente Lissi fue o no envenenada y si fue así, quién cometió el terrible regicidio.

Aspecto a destacar es esa humanización que realiza el autor de la figura del rey. No es un frío personaje histórico el que nos presenta. Nos presenta a un pobre hombre desdichado cuya soledad lo desespera; una soledad que lo ha acompañado toda su vida, pero que la joven María Luisa logró apartar, haciendo sus días felices a pesar de su deterioro físico, pero que el terrible destino la ha arrancado de su lado, haciéndolo más desdichado aún que antes, ya que una vez conoció la dicha.

Nuestro protagonista interactuará con diversos personajes entre los que se encuentran nobles, escritores, pintores… Personajes reales que dejan patente el arduo trabajo de investigación que ha realizado Juan Pedro Cosano. Pero no solo de los habitantes de sus páginas. Esa titánica labor abarca cómo era el Madrid de finales del siglo XVII, donde casi podemos oler las calles. Como resultado logra tejer una trama coherente y una historia muy creíble, haciendo que sintamos curiosidad y queramos comprobar la biografía de estos secundarios, sorprendiéndonos la cohesión entre ellos, dando a la historia más solidez y credibilidad si cabe.

La novela nos la presenta la editorial Espasa en tapa dura con sobrecubierta, con una preciosa ilustración también impresa en su tapa. Mención aparte merece la prosa exquisita con la que el autor nos deleita a la hora de narrarnos la historia intercalando los diferentes hilos narrativos a la perfección, donde encontramos acción, intrigas palaciegas, thriller político… provocando que nos leamos sus 550 páginas, divididas en 48 capítulos demasiado deprisa debido a su lectura adictiva. Posiblemente al finalizarlo echemos de menos a nuestro dramaturgo y detective accidental. No solo consigue que el ritmo no decaiga en ningún momento, también nos hace pensar y despertar nuestra curiosidad. He aprendido más términos que erróneamente creía en desuso, que en cualquier concurso con rosco televisivo.

Su autor nos muestra su humildad en su nota final, donde nos cuenta cuál fue el germen de la idea de esta novela y cómo su desarrollo. A pesar de ser paisanos, no había leído nada de Juan Pedro, su estilo me ha cautivado, y esta novela, que ha sido la primera que he leído de su pluma, seguro que no será la última.