Como buen aficionado a la cocina, presumo de poseer bastante libros de recetas de chefs más o menos famosos. He de confesar que muchos de ellos no he pasado de hojearlos una y otra vez, como si por arte de magia apareciera entre sus páginas una receta que me satisfaga en ese instante. Pero por mucho que pase páginas siguen apareciendo esas aparatosas recetas, a veces ostentosas, a veces minimalistas, que difícilmente podría llevar a cabo en mi humilde fogón, ya sea por la dificultad de encontrar ingredientes impronunciables que no tendría ni idea de en qué estanterías del súper encontrar, por su precio, o simplemente por la dificultad tanto a la hora de elaborarlas como de encontrar los artefactos necesarios para cocinarlas. Esto provoca que al final me limite a acudir casi siempre al mismo libro sencillo con recetas de toda la vida. Como consecuencia me provoca frustración y hastío mientras soplo la cuchara del mismo estofado que preparé la semana anterior.
Es por eso que cuando veo que cocineros de conseguido renombre, de los que ya sabemos por su trayectoria y experiencia que están de vuelta de experimentos culinarios que solo buscan el reclamo de los medios, haciendo que paguemos por una cena el presupuesto mensual de una familia media después de esperar año y medio para poder degustar un menú que no nos saciará, publican un libro de recetas realizables hasta por el más lego de los cocinillas.
Martín Berasategui y David de Jorge —alias Robin Food— son dos profesionales de sobras conocidos. Dos cocineros que aun elaborando comida práctica huyendo de artificios, se encuentran dentro de la élite culinaria tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Con libros de recetas publicados individualmente, decidieron unir sus fuerzas y “Pan Comido: Más recetas sin vergüenza” es ya el cuarto que publican al alimón. La unión de estos dos grandes ya es un aval a la hora de adquirir este libro, podría ser la continuación de aquel “Cocina sin vergüenza”, donde conjugan la sencillez de recetas asequibles para cualquier amo/a de casa, sin renunciar a la sofisticación que a través de sus ochenta recetas nos harán quedar como un/a gran anfitrión/a al igual que como podremos prepararlas a diario gracias a que los ingredientes son asequibles y fáciles de conseguir.
Dividido en cuatro partes: la primera incluye pinchos, ensaladas, bocadillos, sopas, pastas, arroces y huevos; la segunda pescados, moluscos, mariscos y crustáceos; la tercera carnes y aves; cerrando, como no, los postres. Con una ordenación convencional encontramos al principio de cada receta, aparte de su foto ya elaborado en formato con gran calidad, el listado de ingredientes, a la que le sigue la elaboración paso a paso de forma que no sea complicado ni para el más neófito; estos pasos están ilustrados a través de bonitos dibujos, dando un punto de originalidad prescindiendo de las tradicionales fotografías. Hasta ahora lo normal en un libro de recetas, pero aquí me gusta mucho el detalle de indicar unas notas para el acabado y presentación del plato. Así como un consejo o truco que nos facilitará la elaboración de la receta.
Libro perfecto para el que se ha aficionado al arte culinario recientemente, así como para el que ya tiene experiencia y esto de cocinar no es un capricho pasajero para quedar bien en redes sociales, sino que cocina a diario pero ya está harto del sota, caballo, rey de menús semanales y quiere dar un sartenazo a la monotonía sin tener que gastar más dinero ni tiempo.