Tres palos de Franz Kelle

Primera novela de este autor valenciano que, sin embargo, ya cuenta con un largo recorrido de múltiples premios literarios en la modalidad relato. Franz Kelle comenzó su andadura literaria como miembro fundacional del colectivo Generación Bibliocafé, en Valencia. 

En esta novela, cuyo motivo central, o macguffin (como diría Hitchcock) gira alrededor del fútbol, y más concretamente de los guardametas (de ahí el título), Kelle ha recurrido al modo policiaco, pero impregnándolo de un fuerte sabor valenciano, a blanc i negre,  a orxata i fartons, y a través de las investigaciones de la sub inspectora Lucía Durango y su equipo, el lector recorre Valencia calle por calle, y también escenarios de alrededor, pueblos como Paterna o Alcira, Tavernes o Catarroja, rodeando la Albufera.

Se podría decir que si el motivo es el fútbol, el tema es Valencia. El clima, las costumbres, el habla -el texto está salpicado de expresiones valencianas-, que recrea el peculiar modo de hablar del bilingüismo valenciano, saltando de un idioma a otro con total naturalidad. En el habla, no solo se reflejan esas expresiones que dichas en valenciano, dan color y sabor al texto, también hay varios tipos de jergas reflejadas: la policial, la futbolera, y la juvenil veinteañera, más complicada si cabe. El tono, por otra parte, recuerda las novelas protagonizadas por el inspector Kurt Wallander, creación del escritor sueco Henning Mankell, en las que el policía ve continuamente implicada su vida personal con el día a día de su trabajo. 

En la novela que nos ocupa, el protagonismo -como no podía ser de otro modo en los tiempos que vivimos- es una subinspectora (¡los inspectores siguen siendo hombres!):  mujer, mediana edad, divorciada, sin hijos, pero con un padre octogenario necesitado de cuidados, un hermano que vive en Alcira y un joven sobrino al que le va el deporte. La soledad de Lucía es afrontada centrándose en su trabajo: un trabajo agotador y demasiado peligroso, a veces. Ocurre un asesinato y la subinspectora es encargada de resolverlo, pero el asunto se presenta oscuro y complicado: Lucía Durango es la que dirige la investigación, y es presentada como una mujer fuerte, de ideas claras …y con un jefe que la presiona constantemente para que resuelva el caso cuanto antes, porque la prensa les atosiga y el padre del asesinado presenta batalla. 

La investigación comienza siguiendo unas líneas, buscando en la historia del Valencia CF: parece que hay que recurrir a sus orígenes, a los primeros guardametas y sus circunstancias vitales, para rastrear el modus operandi del asesino…pero en el curso de las pesquisas la línea original se tuerce y aparecen nuevas líneas, el equipo se ve desbordado de trabajo y surgen complicaciones.

Kelle alterna los puntos de vista, siempre con un narrador en tercera persona, que unas veces se remonta a la década 1920-30 y otras, la mayoría, vuelve a un futuro próximo que es donde tiene lugar la ación principal: año 2032, en el que las cosas no han variado demasiado en Valencia. La pandemia quedó atrás, eso sí. Y el lector sigue la acción mayormente desde el punto de vista de Lucía, pero también -y de modo paralelo o simultáneo- el de los miembros de su equipo, el de los jóvenes guardametas en la Escuela Deportiva, sus novias y en algunos momentos, también de alguien más …

En suma, una opera prima bastante bien construida, sólida, que supera los esquemas del thriller, porque si bien podría clasificarse como tal, también es algo más. Y creo que eso es lo que mejor puede decirse de un escritor, que rompe moldes.

Fuensanta Niñirola