Más temibles que Aníbal parecen ser las mujeres retratadas en esta historia. Porque si de hombres es la guerra, de mujeres es la polémica verbal. Y en este texto se ve muy bien reflejado ese comportamiento femenino, en sus distintas vertientes, positivas y negativas.
Los recuerdos y los sueños de la anciana Tertia Emilia, la cual, en su hora postrera, asistida por una casi ciega Florila, y rondada por Nix, la Diosa de la Noche, hace emerger de las profundidades de su memoria hechos que ocurrieron en Roma durante los años de guerra contra el ejército de Aníbal en la península italiana, y los luctuosos sucesos posteriores, en los que se quiso acabar con los ritos dionisíacos, importados de Grecia y contrarios a las sobrias costumbres tradicionales romanas. Una serie de personajes están dramáticamente implicados en esos hechos.
Los dioses de los vientos Volturno y Aquilón u Orfión describen, sobrevolándolas, las batallas de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas. Batallas que supusieron enormes y humillantes derrotas para el ejército Romano, por la mala dirección y gestión de sus generales, que no valoraron suficientemente la fuerza de los púnicos, y convirtieron a Roma en una población de viudas, huérfanos, y madres sin hijos. Uno de los personajes, Marco Floronio, cuenta a su familia más batallas y movimientos militares vividos junto a Publio Cornelio; impresionante el recuerdo de la batalla de Zama, donde finalmente el poderío romano se impone sobre Cartago. Otras voces son las de Atilia y Sulpicia, viudas de Postumio y Rufo, las cuales se cuentan una a la otra los terribles castigos a las adúlteras y la reacción contra ciertas mujeres acusadas de sacrilegio tras la ley Oppia presentada por Catón.
Además de las grandes batallas citadas, se ve reflejado en la novela un conjunto de movimientos sociales: las protestas y manifestaciones de las masas femeninas lideradas por Lelia Paulina, esposa -y después viuda- de Cayo Floronio, general en la guerra contra Aníbal. Las maquinaciones de los malvados Tito y Pictor, cuya obsesión se centraba en machacar la dulce unión de Secunda y Cantilio; las aventuras guerreras de Cantilio y Marco Floronio, y sus desventuras amorosas; la educación de Floronia como vestal por la gran Opimia; las relaciones entre Publio Cornelio Escipión y Tertia Emilia, la maledicencia de Manlia, Sulpicia, y Atilia. Y los resquemores del censor ultra conservador Marco Porcio Catón, eterno perseguidor del lujo y la lujuria, y de toda costumbre no romana. Pacula Annia, esposa de Marco, protagoniza las fiestas dionisíacas, las bacanales, narradas impersonalmente. Todo ello recrea una Roma muy tangible y muy cercana.
Los años pasan y Tertia va recordando sucesos posteriores: cómo el resentido Catón dirige al Senado sus invectivas contra muchas mujeres acusadas sin claras pruebas de prostitución, lujuria y peligrosos ritos báquicos. Y cómo algunos de los supervivientes a las masacres consiguen la venganza contra los malvados instigadores de crímenes múltiples. Finaliza la narración con el encuentro postrero de un viejo y enfermo Catón con una agonizante Tertia y la descripción de los ritos funerarios tras la muerte de esta.
En suma, una obra coral donde desde diversos puntos de vista se relatan los hechos que tuvieron lugar históricamente en la Roma republicana y que se centran en la enemistad entre Escipión y Catón y en la sangrienta represión de las fiestas bacanales en los años 180 a.J. Los narradores van alternándose, si bien la principal línea de narración es la de Tertia Emilia.
Fuensanta Niñirola.