Astillas en la piel de César Pérez Gellida

Leer a Gellida es siempre un placer sensorial, literario y ameno. Es de los pocos escritores que sabe trasladarte como lector a una atmósfera diferente donde no sabes -cuando estás leyendo sus novelas- si es de día, de noche, hace frío o calor, ni en que lugar estás leyendo, solo sabes que estás dentro de una trama que te absorbe y no te suelta -no quieres que te suelte- hasta que terminas la novela.


Sucede así con sus primeros libros, sigue con la bilogía de la RDA, y continúa en estas dos últimas novelas ambientadas en Valladolid, La suerte del enano en la propia ciudad, y Astillas en la piel en la Villa del Libro, Urueña. Gellida nos dice que sabía que Urueña debía ser uno de los decorados de su novela, y es una suerte de homenaje a esa villa amurallada de 189 habitantes que tiene en su interior 9 librerías especializadas; todo un paraíso para los lectores y los bibliófilos.


Cuenta el autor vallisoletano que estaba dándole vueltas a un guion para la pantalla, creado para una productora, cuando decidió cambiar el tercío y convertirlo en su siguiente novela. Una novela donde su adn estuviera impreso pero que contará con diferentes variantes dentro de las normas que el lector conoce como “Gellidismo”. Es así como Gellida decide enfrentar a dos amigos de la infancia en un lugar cerrado como Urueña, en una noche fría donde la cencellada helada impide casi respirar. Amigos del Instituto, compañeros de universidad, Álvaro, un escritor de éxito, y Mateo, un crucigramista en horas bajas se verán envueltos en una trama que tiene mucho que ver con su pasado, pero también -sin que ellos sean conscientes de ello- con su presente y futuro.


César Pérez Gellida nos contó en la conversación que tuvimos con él que fue complicado abandonar el registro coral habitual de sus anteriores novelas para limitarlo a solo dos personajes. Además como la trama se desarrolla en dos líneas temporales, 1993 y el presente, ambos debían tener voces y pensamientos adolescentes en una y ser adultos conscientes y plenos en el presente “en total tuve que crear cuatro voces para que fueran creíbles”.


En esa noche de Urueña todo lo que ha sido su vida en común se pondrá a prueba, las mentiras, las verdades, las deslealtades tendrán que saberse por completo. Pero aquello que estaba destinado a ser un ajuste de cuentas subido de tono, Gellida lo convierte en un thriller brutal, cinematográfico, donde a cámara lenta, los sucesos son narrados minuto a minuto mientras la trama da más vueltas que una peonza. Gellida huye de moralinas y componendas sociales mostrando que el ser humano es lo que es siempre que puede y sin contemplaciones.


Con un ritmo perfectamente marcado entre el pasado, el presente y un futuro que el lector tendrá que averiguar qué es y cómo llegar hasta él, Gellida nos hunde en la butaca lectora, nos amarra y nos cautiva, una vez más, hasta que agotados terminamos la novela.
De nuevo una obra suprema del genio de la novela negra César Pérez Gellida.