Abel Amutxategi es un escritor que aparte de tener un apellido impronunciable —aunque una vez que te lo has aprendido es muy fácil de decir, procura no hacerlo tres veces delante del espejo, como advierte la nota editorial— lleva ya varias obras sobre su espalda. Obras dirigidas a infantes como “Cuentos a tumba abierta”, “La increíble historia de Mara” o “Cuentos cortos para Lavarse los Dientes”; y obras dirigidas a no infantes pero que aún albergan en su interior esa pequeña alma. “Su muerte, gracias” está destinada a esta segunda parte del público, también lo pueden leer esos locos bajitos, como diría Serrat, pero no está escrita exclusivamente para ellos.
En esta novela seguiremos las tribulaciones de Samuel, vendedor de suicidios por imposición y sin vocación. El gerente y dueño de dicha empresa que presta tan peculiares servicios, es el futuro suegro de Samuel, y es por ello por lo que se ve obligado a conseguir su primer cliente. Ya sea por quedar bien con tan distinguido próximo parentesco. Hortensia es una anciana segura de que ya ha cumplido de sobras con el cometido de vivir, y echa tanto de menos a su difunto marido, que no ve la hora de reunirse con él. Este deseo de Hortensia hace que se crucen los caminos de esta y nuestro protagonista. Pero como Samuel no es un profesional entregado a su oficio, hace que este encuentro coloque al mundo al borde de su destrucción, hecho por el que tendrá que ayudar a evitarlo a un ente al que tarde o temprano todos conoceremos, Muerte.
Esta novela de género fantástico y de humor es tan divertida como parece a priori. Abel tiene un estilo muy ágil y hace que su ritmo no decaiga ni un segundo. Este escritor posee tal agilidad mental que es capaz de poner título a cada subcapitulo de los que se compone los capítulos que dividen el libro. Capítulos que no se alargan demasiado haciendo que no queramos abandonar la lectura hasta el final. Es de esos libros que se hacen imposibles de dejar, quieres saber que es lo próximo que va a pasar, o lo que va a liar alguno de sus personajes, por que no solo el protagonista es un imán de lo improbable, está rodeado de cada personaje que es un caramelito en sí. Merecedores cada uno de una novela para él solo, como pueden ser: El Gran Maestro Kundalini de la Secta del Amor Perpetuo, pseudoadivino adicto a las telenovelas; Belial, el adolescente gótico que trabaja a tiempo parcial para Muerte, y que intenta ligar presumiendo de su oficio; Martín, un ser pelota y servicial rayando la psicopatía; y como no, la Muerte, esa personalización de lo inevitable, un individuo un poco hastiado de ejercer el mismo trabajo desde que el mundo es mundo, y cuya única distracción es un tablero de ajedrez y un libro de cómo aprender a jugarlo.
Todo un universo en el que iremos enlazando risas desde la primera página, que inevitablemente nos traerá a la memoria otros universos literarios tan ricos como los del gran Eduardo Mendoza donde situaba a un Gurb que nos dejaba sin noticias, y un personaje que encarna —o descarna debido a su composición exclusivamente ósea— a la Muerte, digna del alumno más aventajado del maestro Terry Prattchet. Y es que “Su muerte, gracias” se sitúa dentro de las grandes novelas de ese género fantástico que a través del humor lo que hace en realidad es una radiografía mordaz de este mundo que llamamos real y que resulta más absurdo que cualquiera que podamos inventar, el cual carece de ese humor que al menos lo haría más llevadero.
Una lectura fresca, ágil y con la que no pararemos de reír, ideal para este caluroso verano, eso sí, si lees en la piscina o la playa, procura no llevarte tus complejos, porque la gente te mirará raro preguntándose: “¿Y ese, de qué se ríe tanto?”