Minotauro sigue reeditando la obra de Philip K. Dick dentro de esta maravillosa colección “Biblioteca de autor”, y yo disfrutándola como un niño. Para los aficionados a estos autores, y en especial a K. Dick, es una delicia poder leer todas las obras que abarca dicha colección.
Esta vez le ha tocado el turno a esta joya de la ciencia ficción en forma de emocionante thriller: Simulacra. Una suerte de thriller político donde nos narra como a mediados del siglo XXI , el gobierno de los Estados Unidos de América y Europa no es lo que la gente ha creído hasta ahora. Con un presidente títere, que para colmo es un androide, todo se descubre un fraude. En un mundo donde la enfermedad mental es lo habitual, y donde los psicoanalistas han sido prohibidos, excepto uno por intereses gubernamentales. Parte de la población está sufriendo una regresión evolutiva que ha creado una nueva raza de neandertales. Un grupo de personajes tratan de salir adelante a pesar de que el panorama no pinta nada halagüeño.
Esta novela, publicada por primera vez en 1964, a veces se le califica como una obra menor del autor. Que estas afirmaciones no nos conduzcan a error. No es una novela mala, al contrario, es una historia muy disfrutable, donde Dick hace uso de todos los elementos que hicieron famosa su obra, pero al tener trabajos tan notables como “Sueñan los androides…”, “Ubick” o “El hombre en el castillo”, es difícil llegar al nivel de estos trabajos. Pero como digo, esta novela recoge todos los elementos de la obra del autor. En ella podemos encontrar: el peligro latente de un gobierno autoritario que anula al individuo, viajes en el tiempo, una sociedad aquejada de enfermedades mentales, alusión al omnipresente planeta Marte y los viajes espaciales. Como podéis ver en este cóctel no falta de nada. Incluso podemos descubrir pequeños autohomenajes que se dedica a sí mismo, como es el rescate del pasado del gerifalte nazi Göring, recordándonos a “El hombre en el castillo”, la obra que publicó dos años antes que esta. O esa alusión de la maldad que encierran los anuncios subliminales, capaces de instalarse en nuestro subconsciente, llevándonos a rayar la obsesión, como demostraría en su futura obra “Ubik”.
“Simulacra” está protagonizada por un grupo de personajes donde cada uno sigue su trama, algunos de ellos sin llegar a interactuar con el resto, creando una especie de reparto coral cargando, tal vez, con un poco más de protagonismo a Nicole, la primera dama, que es en realidad la que ostenta el poder, al menos ante la opinión pública, creando el autor una sociedad matriarcal, que como todo en la obra puede que sea solo una ilusión más. Comprobamos, otra vez, como Philip K. Dick era un visionario —o simplemente muy observador— a la hora de crear sus universos, que no están tan alejados de la realidad como podríamos creer, retratando perfectamente la deshumanización de un sistema que neutraliza al individuo, quitándole poco a poco su capacidad de decidir, con el beneplácito de este, ya que lo realiza tan sutilmente que termina creyendo que todo es por su propio bien, contando con la demagogía como arma.
A pesar de ser una de sus primeras novelas, vemos como incide ya en el tema de las enfermedades mentales, un tema que llegó a obsesionarlo tanto que le llevó a creer que él mismo padecía esquizofrenia, enfermedad que nunca se le llegó a diagnosticar. Pero se le nota aún el optimismo a la hora de escribir, aún no lo había invadido ese halo de misticismo y religiosidad que marcaron sus últimos trabajos, que lo alejaron de este Dick más divertido y desenfadado.
“Simulacra” se disfruta más por ello, por no ser tan complicada, por ser más ligera y disfrutable en estas tardes estivales donde nos apetece más evadirnos sin necesidad de concentrarnos en tramas más intrincadas que requieran de toda nuestra concentración.