Desafortunadamente, el año 2020 ha supuesto un duro golpe para todos. Nadie podía imaginar que una pandemia amenazaría a todos los países del mundo y que el dichoso virus que la provocaría iba a ponernos en jaque a todos los niveles. Hemos perdido libertades, costumbres, trabajos y oportunidades. Pero, sobre todo, hemos perdido y seguimos perdiendo millones de vidas en todo el mundo. Pablo Casadío inicia su relato Calles vacías en pleno confinamiento, allá por marzo de 2020. Por desgracia, seguimos estando en las mismas cifras que por aquel entonces. Parece ser que no aprendemos y que esto que intentaron vendernos de salvar la Navidad a toda costa nos va a costar muy caro. Me gustaría, al igual que al autor, tener unos datos más optimistas en estas fechas, pero la realidad sigue siendo desoladora.
Tratando de buscarle un sentido a todo esto y buscando el lado más positivo, el confinamiento ha supuesto para muchos una suerte de reencuentro con nosotros mismos. Han surgido muchas respuestas solidarias y creadores y artistas de todo el mundo han amenizado nuestro ocio de forma altruista durante todo este tiempo. También hubo mucha gente, entre la que me incluyo, que este golpe les supuso un bloqueo. En mi caso un bloqueo lector que me tuvo varios meses sin poder hacer nada. Por eso mismo admiro mucho a todos aquellos que durante el confinamiento decidieron tomar las riendas y se pusieron a crear. Pablo Casadío es uno de ellos. En Calles vacías, el autor retrata instantes delicados y pensamientos que surgieron durante esa época insólita en la que, en palabras suyas, “vivíamos encerrados en nuestra vida cotidiana hasta que el encierro se convirtió en lo único cotidiano de nuestra vida”.
Calles vacías está dividido en cuatro bloques que tratan de reflejar momentos de la vida que pudieran ser de cualquiera de nosotros durante los meses de confinamiento. De forma subjetiva, el autor narra lo que ocurre a nuestro alrededor, todo aquello que sentimos, lo que callamos y las repercusiones de nuestras decisiones. Con estos aprendizajes, Pablo Casadío recoge todo aquello que le ha servido para disfrutar más la vida en estos momentos difíciles.
Durante el confinamiento, al autor se le ocurrió conocer más sobre las personas que le rodeaban y para ello, a más de trescientas personas, les hizo la siguiente pregunta: “¿Qué disfrutaste gracias a la cuarentena que antes no podías?”. Y aunque parezca difícil encontrar aspectos positivos en momentos así, es sorprendente cómo el confinamiento ha supuesto cambios a nivel personal muy necesarios: trabajar al aire libre, dormir sin despertador, estar más con la familia, cocinar, tener tiempo, disfrutar de nuestras mascotas, el silencio, usar ropa cómoda todo el día… en suma, disfrutarnos y conocernos.
Como os decía antes, desde que todo esto empezó surgieron actos solidarios en todo el mundo. Para nosotros las ocho de la tarde ya no serán lo mismo sin recordar esos aplausos y espero y deseo que a partir de ahora tengamos mucho más en cuenta y valoremos más a todos los trabajadores que dieron y siguen dando la cara por nosotros.
Pablo Casadío hace un recorrido por las pandemias que azotaron a la humanidad en el pasado, como la plaga de Justiniano, la Peste negra, la Gripe española o el VIH. Nuestra sociedad, narra el autor, estaba acomodada y tranquila hasta que un nuevo enemigo se asomó y nos atacó, poniendo nuestras vidas del revés. Esta crisis de carácter global y las decisiones que tomemos en torno a ella darán forma a nuestro futuro. ¿Qué tipo de mundo habitaremos una vez que pase la tormenta? se pregunta el autor. Sabe, gracias a su abuelo Hugo que lo primero que debe hacerse con respecto a un obstáculo es simplemente hacerle frente, no quejarse y atacarlo directamente y esa es, sin duda, su forma de enfrentarse a todo esto: de frente y mediante palabras.
En la parte segunda de Calles vacías, Pablo Casadío recoge cuentos y testimonios surgidos durante el confinamiento. Relatos con los que es fácil sentirse identificado y que se narran de forma agria y esperanzadora al mismo tiempo.
Me quedo, sin lugar a dudas, con la solidaridad. Esa que tan bien describe el autor en las páginas de Calles vacías, esa que nos ha hecho ponernos en pie y luchar. Esa solidaridad y esperanza que rezuma la pluma de Pablo Casadío en este libro que contiene magia, a pesar del dolor; que habla de esperanza, a pesar de la situación.
Ahora me toca a mí imaginar, como al autor, que cuando tú lector te acerques a este libro lleno de verdad y optimismo, la situación haya mejorado para todos. Y que, como sociedad, tal y como sugiere Pablo Casadío, encontremos la manera de no olvidar todo esto para que no repitamos en el futuro los mismos errores. Calles vacías es un libro que se disfruta y del que se aprende, algo necesario ahora y siempre.