Fernando Sánchez Mayo y la resacralización poética

Fernando Sánchez Mayo es un poeta de difícil clasificación, lo que nos permitiría hablar de él como un autor alejado de las corrientes dominantes y hasta heterodoxo. Su larga trayectoria no deja de crecer y lo ha hecho recientemente con un nuevo título: Una radiante eternidad (Editorial Cántico, 2020); un libro que sorprende por su giro hacia el sentido sagrado de la vida, lo que le ha sido reconocido como finalista del XXXVII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Con motivo de la aparición de este nuevo poemario nos hemos puesto en contacto con él para hacerle unas preguntas en torno a la poesía y lo sagrado:

  1. En el panorama poético contemporáneo donde la mística es un tema distal, irrumpe tu obra Una radiante eternidad, recientemente aparecida en Editorial Cántico, sostenida por un discurso intensamente espiritual, salmódico y hasta religioso. No en vano este libro fue declarado finalista del XXXVII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. ¿Qué es Dios para ti y cómo lo relacionas con la poesía?

Dios fue muy importante para mí en esa etapa adolescente en que los cimientos de la existencia aún no son firmes. Fue una tabla de salvación y, al mismo tiempo, una experiencia espiritual y mística. La poesía me ha permitido expresar de manera más honda una visión personal de lo que significó mi relación con Dios.  

Quiero aclarar que hago mías las palabras de Dámaso Alonso: “El Dios que aparece en mi poesía no pertenece a ninguna religión”. 

Hago mías las palabras de Dámaso Alonso: ‘El Dios que aparece en mi poesía no pertenece a ninguna religión’. 

  1. ¿Dios siempre se escribe con mayúscula?

Creo que sí. Dios es un nombre propio antonomástico. Además, la mayúscula le favorece porque es la esencia, el nombre consustancial que usamos para dirigirnos desde la fragilidad que somos a la fortaleza que nos puede salvar. Y también porque es lo grande, lo intenso, lo importante que ocupa a quien lo usa. Dios siempre se debe escribir con mayúscula.

  1. ¿En qué consiste la trascendencia?

La trascendencia está incrustada en el espíritu del ser humano y como consecuencia en el mismísimo núcleo de la poesía. Consiste en ese aliento que nos hace ir más allá; es esa actitud que nos hace buscar el sentido beneficioso de todo aquello que pensamos y hacemos, con el fin de explicarnos mejor nuestro paso por la Tierra. 

  1. En el año 2014 la Unión Nacional de Escritores de España le concedió el Escudo de Oro como reconocimiento de su obra. ¿Son importantes para usted los premios y distinciones literarias, o como diría Cohelet en el Eclesiastés: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”?

Los premios son importantes siempre. Es la recompensa a algo que has hecho bien. ¿Quién no quiere recoger los frutos de su cosecha? El problema está en creer que uno es el mejor por haber recibido cualquier distinción o galardón literario. Sabemos que hay en juego muchos intereses. A nadie se le escapa cómo funciona el mundo en el que vivimos. Corremos el peligro de mancharnos las manos y el alma. Todos estamos expuestos a caer en la vanidad y en cosas peores que eso conlleva. ¡Sálvese quien pueda!

Los premios son importantes siempre. Es la recompensa a algo que has hecho bien. ¿Quién no quiere recoger los frutos de su cosecha?

  1. En algunas partes de su obra, logra un delicado equilibrio entre un discurso espiritual que coquetea con una cierta visión pagana o “panteista” de la naturaleza y de la propia experiencia del amor. ¿Cómo concilia la fe en Dios con estos matices cuasi heréticos de su poesía?

Dios no es una ley. Dios es espíritu. Hay poemas que recorren el camino de la naturaleza del hombre, poemas que se exponen a ver a Dios en los deseos y en las sinergias. La mística es un sendero personal e intransferible. Cada ser humano contempla a Dios con una visión subjetiva y particular, porque Él no está para condenar al hombre, sino para salvarlo.  Yo creo en el Dios que está ahí esperándonos porque quiere saber de nosotros. 

Dios no es una ley. Hay poemas que se exponen a ver a Dios en los deseos y en las sinergias.

  1. Desde su madurez literaria y personal, ¿cómo observa las generaciones emergentes de poetas? ¿Hay algún nombre que le parezca de particular interés entre los más jóvenes?

Las generaciones nuevas irrumpen en el mundo poético como todos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida. Vienen con ilusión y con fuerza para aportar su valioso grano de arena. Respeto y admiro de igual modo tanto a los recién llegados como a los que ya tienen una larga trayectoria. Todos los poetas estamos aquí con una misión: crear textos que nos transporten y nos hagan ver el auténtico espíritu de la poesía.  

  1. ¿Por qué ha escrito Una radiante eternidad?

Con este poemario he querido saldar una deuda de agradecimiento con el amor de los amores. Escribí parte de este libro pensando en aquella experiencia que tuve entre los 16 y 19 años. He querido expresar ese estado de comunión que viví con Dios, lo que sentía, el grado de felicidad que me inundaba durante aquel periodo. Fue una vivencia que, ahora, vislumbrando el comienzo del ocaso, me apetecía dejar constancia de ella. 

  1. ¿Hay sacralidad en las palabras? ¿Qué hace que algo sea sagrado?

Creo que sí porque las palabras vienen de lo mistérico, que es lo místico, esa región que está en lo más profundo de nosotros, en esa parte que nos pone en contacto con lo telúrico. Cuando pienso en los comienzos del lenguaje no puedo dejar de imaginar que, tal vez, cada palabra nueva fue un impulso mágico y sagrado en el avance del conocimiento. Quienes nos precedieron tuvieron que nombrar las cosas y dar sentido a todo lo que le rodeaba. Por eso, el lenguaje es una de las grandes hazañas y el mayor de los misterios de la humanidad. La palabra tuvo que ser la mística y el orden de aquellos primeros hombres que empezaron a comunicarse. La poesía es una herencia de la palabra, y la palabra es una herencia de lo sagrado. Y lo sagrado nos conecta con lo divino que está en el interior de cada uno de nosotros. 

Las palabras vienen de lo místico, esa región que nos pone en contacto con lo telúrico.

Muchísimas gracias por su tiempo y por sus respuestas a estas preguntas tan personales. Enhorabuena por su nuevo libro y le deseamos el mejor de los éxitos.