«Elia Barceló eleva la novela negra a una dimensión literaria inédita hasta ahora»
El momento de Elia Barceló es actualmente esplendoroso. En la misma semana que ha recibido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2020, se publica su primera novela negra «La noche de plata». Un reconocimiento a una autora multigénero que en realidad solo sabe escribir muy bien para quienes la leemos ávidamente, jóvenes, mayores, amantes de la novela negra, de la literaria y psicológica… todos.
Decir que su nueva novela «La noche de plata» es una novela negra es decir poco. Después de digerirla debería definirla como una novela literaria, con mucha psicología y sociología y con una trama negra o policial. Lo demás sería devaluar un proyecto que no desmerece ninguna de sus aclamadas novelas anteriores como «El color del silencio» o «El eco de la piel».
La trama no es sencilla pero la profusión de páginas (que al final se me antojan pocas) cubren sus resquicios. Carola Rey Rojo la protagonista de la trama, es doctora en Psicología, gran lectora y especialista de la policía española en delitos contra niños. En el momento en que arranca la acción está en excedencia laboral tras el trauma que le produjo su intervención fortuita –y fallida- en un caso de falso secuestro infantil. A través de una buena amiga recibe un extraño encargo: el embajador de México en Austria, Javier Valdetoro, que ignora que ella es policía, busca a alguien de confianza que realice inventario del contenido de la casa -principalmente de la biblioteca- de su hermano Jesús Jacobo, anticuario y marchante de arte, fallecido de accidente en Tailandia mientras pilotaba su propia avioneta.
Simultáneamente el conocido por Carola comisario de la policía austríaca Wolf Altmann dirige la investigación sobre el hallazgo del esqueleto de un niño en el jardín de una casa del barrio vienés de Meidling.
Viena, para Carola, supone algo más que un paréntesis laboral y un cambio de aires. La ciudad imperial guarda el peor de sus recuerdos. La experiencia más amarga de su vida. La que la persigue en sueños y de la cual no se ha rehecho. Porque fue allí donde, hace veintisiete años y durante unas vacaciones navideñas, desapareció su hija Alma en el Christkindlmarkt. Una niña de tan sólo ocho años de edad que, como muchos otros, nunca, regresó con su familia.
A partir de ahí Elia Barceló teje una urdimbre tan densa que no queda cabo suelto. Todo empieza a relacionarse con lo ya sabido, incluso hábilmente va sacando a escena a los secundarios de la trama: Su hijo Julio que hace poco abandonó el nido junto con su novia, Juanma el escritor aclamado y exmarido de Carola y padre de Alma, y la excelsa protagonista de la trama, la ciudad de Viena, de la que Elia nos sirve de Cicerone para mostrarla en su esplendor y en sus miserias más allá de lo meramente turístico.
Como si de una partida de ajedrez se tratase la trama avanza sosegada por momentos y tensa de repente, mostrado atisbos al lector del desarrollo que le espera y que siempre va a tientas detrás del camino que marca Elia.
Algunos detalles interesantes -marca de la casa- siguen presentes en «La noche de plata». Todos los personajes se definen unos a otros en sus conversaciones y pensamientos, no es la autora quien en una voz en off los describe. Si embargo, para no quedarse corta muchos de ellos se autodefinen por documentos accesorios que los dibujan, diarios, notas, testimonios. Así tenemos un cuadro psicológico multidimensional de cada uno. Otra característica de Elia es la incorporación de material adicional a la mera trama. En esta ocasión es la documentación sobre hechos reales de casos de niños desaparecidos y/o maltratados. La tesis más potente de la novela es la denuncia sobre las redes que “abastecen” de menores a abusadores de altas esferas sociales.
Elia resuelve nítidamente su profusa trama dejando al lector con la mirada perdida en lo que ha terminado de leer durante mucho tiempo.
Pepe Rodríguez