Las crisis existenciales, qué mundo, ¿eh? No creo que se salve nadie de sufrir una a lo largo de su vida. También estamos los que sufrimos varias crisis existenciales, incluso el mismo día, y estamos hasta acostumbrados. Los motivos son inescrutables, queridos. A cada cual le sobreviene una crisis existencial por razones totalmente dispares y en los momentos más impensables. Algo así, digamos, es lo que le ocurre al protagonista de Calvicie.
La verdad es que he empatizado con el pobre protagonista en su desesperación. Imaginad que una mañana os levantáis y empezáis a notar cómo os clarean los pelos en la cabeza. Imaginad que empezáis a ver ya una incipiente calva. Asusta, ¿verdad? Este es el detonante para la crisis existencial en la que se ve envuelto este pobre hombre a lo largo de la novela. Con sus recién cumplidos treinta años, este judío laico trata de buscar el por qué a esta crisis existencial cuyo colmo es el hecho de empezar a quedarse calvo. Y es que, como os decía, el descubrir una mañana que se queda con una mata de pelo en la mano no es más que la guinda. Elías ya andaba sumido en una crisis existencial y desde esa mañana su único objetivo será averiguar el por qué.
Quizás tenga algo que ver el hecho de ser un escritor que aún no ha logrado empezar ni un libro. Ya no un libro, ni siquiera ha sido capaz de acabar la primera frase. Hace tiempo que ha dejado su puesto de trabajo en una empresa internacional para dedicarse por completo a escribir y todas las mañanas se levanta y se sienta frente al mismo documento en blanco durante horas. Quizás también tenga algo que ver el hecho de estar casado con Laura, una mujer a la que no quiere y que se encarga de mantener a este genio de la escritura. Una mujer con la que se ha casado solo para que fuese el personaje de su novela. ¿Acaso no da esto para una buena crisis existencial?
Pero Elías sabe que esa calvicie que empieza a padecer no es más que una somatización, una manifestación de su fracaso. Por eso decide ponerse a escribir, dispuesto a resolver todos sus problemas tecleando en su ordenador una novela a la altura de su talento y de su genialidad. Así es como se da cuenta de que él mismo cumple a la perfección los estándares del personaje del siglo XXI y deciden que él será el protagonista de su novela, un hombre en lucha contra su destino.
El resto, queridos lectores, tendréis que averiguarlo vosotros mismos. No quiero revelaros más sobre la trama de Calvicie porque merece mucho la pena que la descubráis vosotros mismos.
Este metalibro ha sido todo un descubrimiento. Con una prosa ágil, y muchas dosis de un humor cínico que me encanta, Calvicie es una novela que se lee casi de una sentada pero que deja un regusto muy agradable. La verdad es que me he reído con las cuitas de este pobre treintañero y sus crisis. En cierto modo me ha recordado a Ignatius Reilly, el protagonista de La conjura de los necios, uno de mis libros preferidos. Ya se sabe, “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”.