Alex Beer nació en Bregenz, Austria, estudió Arqueología y vive en Viena. El segundo jinete, su primera novela protagonizada por el agente de policía August Emmerich, ha sido aclamada por la prensa y los lectores y ha recibido el Premio Leo Perutz de los libreros austriacos. Este galardón se otorga a la mejor novela negra en lengua alemana que tenga Viena como escenario.
«Aunque la historia podría transcurrir a la actualidad, Alex Beer da vida a un apasionante período. Gracias a una extraordinaria ambientación histórica, Viena brilla de nuevo… Esta novela nos traslada a un mundo desaparecido hace décadas del que cuesta regresar.»
– Jurado del Premio Leo Perutz
Una historia cautivadora ambientada en la Viena de entreguerras, por la nueva estrella de la novela negra austriaca
Viena, poco después del final de la Primera Guerra Mundial. El esplendor de la ciudad imperial es cosa del pasado, Viena se hunde en el hambre y la miseria. August Emmerich, que participó en la guerra y oculta las secuelas de una herida en la pierna, descubre el cuerpo de un mendigo que presuntamente se ha suicidado. Como investigador experimentado, no confía en las apariencias, pero no tiene evidencias que prueben su teoría de que se trata de un asesinato y su superior archiva el caso. Emmerich y su asistente, Ferdinand Winter, deciden llevar a cabo su propia investigación, y así comienza una persecución apasionante y llena de peligros por las calles de la sombría Viena de posguerra, repleta de seres marginados, criminales y ciudadanos que luchan por sobrevivir.
De dónde viene el título El segundo jinete se inspira en el título del Apocalipsis de Juan, y es el caballero del caballo bermejo que es enviado para “quitar la paz de la tierra, para que los hombres se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.” Este jinete traerá un conflicto bélico de gran escala para toda la humanidad y terminará con la paz. Una oscura profecía que, en la novela, una vieja loca lanza sobre Emmerich como una maldición. Y el inspector, que cree en la maldición, entiende que la investigación que está siguiendo contra las órdenes de sus superiores sólo puede traerle problemas y desgracias.
Hay un sutil entrelazamiento de realidad y simbolismo, durante toda la novela que eleva la historia a un escenario apocalíptico…
La verdadera protagonista es la Viena de 1919, una ciudad reducida a la miseria, diezmada por la fiebre española de 1918, con largas colas frente a los dormitorios públicos y los pocos comedores de beneficencia. Los que pueden intentar emigrar, y las agencias de viajes improvisadas proponen los paraísos de Sudamérica: en realidad son estafadores que especulan con la desesperación general. Los edificios que recuerdan el pasado esplendor están abandonados, algunos piensan en vender muebles y obras de arte. En uno de los clubes se puede escuchar una famosa aria de El Murciélago de Johann Strauss:
“Es verdaderamente feliz quien puede olvidar lo que no se puede cambiar”. ¿Pero cómo se olvida la pobreza, el hambre, la suciedad?