Que el fenómeno cultural de la crianza está en crisis no es ningún secreto y el hecho de tener hijos es una cuestión con un cariz cada vez más individualista. Lo pone de manifiesto La teoría sueca del amor, un documental de 2016 dirigido por el iconoclasta director italiano Erik Gandini. La decisión de tener hijos es una cuestión cada vez más polarizada hacia la iniciativa de la mujer biológica. Una de las cosas que más me llamó la atención de la galardonada producción fue la información de una empresa danesa que sirve «packs» de autofecundación con cargas de semen ultracongelado. El fundador y CEO de esa empresa danesa dice al respecto: «Veo un crecimiento continuo de mujeres solteras que quieren esperma porque quieren reproducirse. Piensan: “Estamos bien educadas y situadas. ¿Por qué deberíamos tener un hombre y añadir más trabajo a nuestra vida como lavar su ropa y hacer su comida, limpiar la casa y hacer todas esas cosas anticuadas?” Así que quieren crear una familia ellas mismas. La pregunta es: ¿dónde están los hombres en el futuro?, ¿qué pueden hacer? Yo no lo sé.»
La precariedad en el mercado laboral, el índice en aumento progresivo de los divorcios, la aparición de nuevos modelos de familia y la paulatina integración de los valores feministas en la cultura nos llevan a plantearnos el papel que el hombre juega en la iniciativa de tener un hijo. Gandini se pregunta por el papel del padre como algo que se construye performativamente en torno a los cuidados del hijo, en contraposición al discurso biologicista que construye la maternidad como esencialista. Es decir, por un lado, en la construcción occidental de la maternidad se alaba la capacidad reproductiva de la mujer y la crianza y, sin embargo, se prima en el padre su capacidad para cubrir las necesidades materiales del hijo. A estos discursos tradicionales se oponen las escrituras de Ángelo Néstore y de Juan José Ruiz Bellido, Ángelo desde el lado de una maternidad queer, y Juan José desde el de una paternidad que trata de ponerse en el lugar de la madre sin apropiarse de su experiencia.
Seno, editado recientemente por la editorial cordobesa Cántico, es una obra inusual y atípica por muchas cosas, pero la más relevante de ellas es el tema que aborda sin pudor: la paternidad. También el género en que está escrita: la poesía. Y podríamos mencionar, además, otras cosas como una compleja e ingeniosa estructura narrativa, el solapamiento de varios niveles conceptuales que fusionan mitología, numismática, pintura flamenca y poesía social, a lo que añade un uso del lenguaje tan inteligente como irreverente… todo ello en un volumen editado con belleza y que supera las cien páginas para disfrute del lector o lectora.
Sin entrar en más detalles preliminares, hemos querido reunirnos con el autor que ha tenido la amabilidad de concedernos esta entrevista, con el fin de que nos hable algo más sobre este poemario y de algunas de las claves que encierra. Él es Juan José Ruiz Bellido, profesor de Lengua y Literatura en educación secundaria, crítico y poeta.
ENTREVISTADOR: Buenos días Juan José. Gracias por dedicarnos estos minutos. El poemario que nos ocupa pone de relieve su primera vez como padre y su primera vez como autor. ¿Ha significado su primera vez en algo más?
RESPUESTA: También fue la primera vez que posé con mi pareja para las fotografías de las cubiertas, tomadas por Enrique Fuenteblanca; y la primera vez que ejercí la crítica, gracias a la que he conocido mucho mejor mi generación, a sus padres y a sus madres, aunque nada de esto hubiera ocurrido si no hubiera tenido un hijo con Eva. El impulso de esa incursión crítica venía de intentar comprender el papel que tiene el hombre como padre y como escritor y repensar algunos conceptos como el de familia.
Dejando claro que ser padre es una decisión política, creo que libro es, a partes iguales, reivindicativo y provocador.
ENTREVISTADOR: Es interesante que aúnes el papel de padre y el de escritor en principio tan diferenciados. ¿Cómo fue ese proceso?
RESPUESTA: Cuando escribí «Seno» me interesé por textos de padres que hubieran pensado la paternidad y me encontré con un vacío. En el caso de la maternidad podemos encontrar El nudo materno de Lazarre, El arrecife de las sirenas de Luna Miguel, Loba de Diane di prima, No, mamá, no de Verity Bargate y un largo etcétera, pero no en el caso de la paternidad. Encontré libros recientes como el de García de Pablo García Casado o Hijo de Raúl Quinto, pero absolutamente nada de ningún texto clásico. Hay muchos hijos que hablan de padres, uno de los más recientes y populares es Una odisea de Daniel Mendelsohn, pero no hay tantos padres que hablen de sus hijos y de su propio papel como padre. Cuando pregunté por referencias en Twitter, recuerdo que en una conversación conmigo y con Rosa Berbel, Ana Gorría dijo que la paternidad era algo transversal en el imaginario. Dijo que desde Abraham a Kafka, pasando por la Cenicienta o Blancanieves, el padre aparece como una figura ausente y que en nuestros teísmos, el padre entregaba al hijo como sometimiento. Que la gran figura paterna es la trinitaria y que por eso, no es que no exista, es que esta prefigurada de una forma anticuidadora.
ENTREVISTADOR: En este contexto parece relevante entender la figura del padre desde la perspectiva de los cuidados, teniendo en cuenta que esas tareas suelen recaer sobre la madre.
RESPUESTA: Por supuesto. Uno de los libros que me recomendó Ana fue El lenguaje de las fuentes de Martín Garzo, un libro que habla de José y de su figura como padre putativo de Cristo, su cuidador. Esto es fundamental, porque en los grandes textos de la literatura occidental, desde la Biblia a la Odisea, el padre es un ausente: Ulises es un padre que se va a la guerra y no vuelve hasta que su hijo es mayor y él, un anciano.
…en los grandes textos de la literatura occidental, desde la Biblia a la Odisea, el padre es un ausente: Ulises es un padre que se va a la guerra y no vuelve hasta que su hijo es mayor y él, un anciano.
ENTREVISTADOR: Es consciente de la singularidad de este tema entre los que habitualmente se abordan en la poesía contemporánea española. ¿Cree que el paso del tiempo y el amor siguen siendo los temas predominantes en el escaparate poético contemporáneo?
RESPUESTA: Como dijo Pablo García Casado el verano pasado, la paternidad ha sido poco explorada en literatura y también poco utilizada para la creación artística en general, por lo que carece de tradición. Pero el paso del tiempo y el amor son constantes universales que siempre van a atravesar la poesía de parte a parte, aunque esté cruzada con otros vectores más propios de la época o de la personalidad del autor. Son temas que se tocan sin querer tocarlos; incluso cuando alguien pretende situarse fuera de la tradición, se escribe desde ella, sobre ella o contra ella, por lo que en mi libro, aunque el tema principal sea mi hijo, también toco el tiempo y el amor.
ENTREVISTADOR: Teniendo en cuenta que en Seno la paternidad es un eje vertebrador, ¿qué significa eso para el poemario?
RESPUESTA: La paternidad en Seno es algo que se va descubriendo. Es un conocimiento, porque el libro es la experiencia de alguien que aún no es padre. Es un mirarse en los otros padres que se han tenido y por eso el poema se abre mirándose en el espejo y viendo el cuerpo del padre en el cuerpo del hijo. Parafraseando mal a Vallejo: todos somos, definitivamente, hijos; por eso, «Seno» es una desidentificación del padre con el hijo que él es para llegar a ser un padre. La paternidad en sí misma no aparecería realmente hasta el final del poema, cuando la mirada asombrada del padre se encuentra con su concreción y el padre se hace consciente de serlo. El librose termina porque ya es padre y se pudo escribir porque no lo era todavía.
La paternidad en Seno es algo que se va descubriendo. Es un conocimiento…
ENTREVISTADOR: La idea que recojo de todo esto es que Seno es el proceso de un padre intentando ponerse en la posición de la madre sin apropiarse de esa experiencia.
REPUESTA: Claro, lo que quería era que el lector experimentara de la misma forma que yo lo que iba a decirle.
ENTREVISTADOR: Sin embargo, no tiene ningún problema en generar otros vectores transversales como el imaginario pictórico de El Bosco o el mito de Orfeo. ¿Por qué o para qué se ha exprimido tanto el lenguaje si lo que quería es contar algo tan común como la crianza? ¿Realmente era necesario?
RESPUESTA: A la pregunta de si era necesario exprimir el lenguaje o no para un tema tan común, solo puedo responder que yo no quería contar algo tan común como la crianza, porque no quería contar nada. Por un lado, suelo escribir desde una posición de desconocimiento sobre algo que desearía conocer y, en este caso, deseaba descubrir una serie de cosas que estaban dentro de la creación, de la reproducción de la vida, la reproducibilidad y la biopolítica. Por otro lado, mis poetas favoritos son los que experimentan con el lenguaje hasta llevarlo a un límite a veces ininteligible. Hablo de Vallejo y de las vanguardias históricas en general, de los barrocos y de los místicos por poner ejemplos tradicionales, pero también de Ángela Segovia o de Raúl Quinto, de Juan F. Rivero, Rodrigo G. Marina o Berta García Faet, gente de dentro y fuera de mi generación que no usan el lenguaje para contar una experiencia, sino para hacerla. Y la materia con la que trabajamos en literatura para hacer que el lector experimente lo que lee, es la palabra. Me gusta poner el ejemplo de Watchmen, ahora que además ha salido la serie de HBO de Lindelof. Lo que a mí me interesa de Watchmen es cómo el Dr. Manhattan experimenta el tiempo, pero lo importante para mí no es esa experimentación sino el lenguaje tanto cinematográfico como verbal que usan Moore y Lindelof para hacer que el lector o el espectador experimenten lingüísticamente la mente de un dios. Es lo que yo llamo una “apoteosis del lector”.
…deseaba descubrir una serie de cosas que estaban dentro de la creación, de la reproducción de la vida, la reproducibilidad y la biopolítica.
ENTREVISTADOR: Lo normal cuando una persona se enfrenta por primera vez al hecho de tener un hijo es vivirlo como algo extraordinario y sublime, incluso como una experiencia trascendental, todo ello impregnado de un romanticismo hedonista que muchas veces puede resultar cansino y trivial. Una de las cosas que más nos ha llamado la atención en su forma de hablar de su experiencia como padre y testigo del embarazo de su pareja es, precisamente, la crudeza de su relato, que despoja su experiencia de cualquier atisbo de romanticismo. Por este motivo, hay quien ha definido su poesía de «irreverente». ¿Cómo lo ve usted?
RESPUESTA: Me parece sorprendente porque no he sido consciente de esa irreverencia. «Seno» es el poema de un padre asistiendo al crecimiento de un cuerpo. Lo escribíen las sesiones de preparto, mientras escuchaba hablar a fisioterapeutas y matronas sobre el embarazo y el alumbramiento, y escuchaba hablar a las embarazadas sobre sus embarazos y sus partos anteriores. Durante la escucha (y escuchar es un verbo propiamente órfico, igual que cantar) no paraba de escribir y de ese lenguaje se impregnó el libro, porque yo no podía hacer otra cosa que anotaciones parciales e incluso a veces sus frases eran transcritas literalmente en el poema, idénticas a como habían sido pronunciadas originalmente. Lo que traté de hacer era preservar el asombro de ese conocimiento y mantenerlo en el mismo nivel que estaba antes de las sesiones de preparto, cuando yo no era padre todavía. La falta de romanticismo, entonces, tiene que ver con mi posición como escritor. Si hablo desde un no-saber, no puedo sentir esa emoción o puedo sentirla pero no articularla, porque desconozco sus nombres. Por eso, el romanticismo estaría en la mirada del lector, por debajo de un lenguaje a veces aséptico o neutral.
«Seno» es el poema de un padre asistiendo al crecimiento de un cuerpo. Lo escribí en las sesiones de preparto, mientras escuchaba hablar a fisioterapeutas y matronas…
PREGUNTA: ¿Y qué tiene que ver la «apoteosis» con esta mirada asombrada del padre? ¿Qué nos estaría aportando ese concepto? ¿Cuánto hay de ficción en su libro, y cómo se produce?
RESPUESTA: Tiene que ver con que todo ese crecimiento del cuerpo ocurre en otro cuerpo y es un cuerpo que no es el del padre. Por eso digo que «Seno» es un intento de experimentar la gestación de la madre sin por ello apropiarse de esa experiencia. Por lo que el padre se siente asombrado es porque jamás pasará por ello y de ahí mi fascinación por Actos impuros de Ángelo Néstore y de la poética de Ángelo en general, en la que desarrolla esa maternidad queer. De la misma manera, todo en el libro es, a la vez, ficticio y personal, porque una vez que escribo algo, lo experimento como tal, y en ese sentido todo en el libro forma parte de mi experiencia de manera no distinta a como debería pasarle al lector si es que el libro está bien escrito. Es verdad que he tenido un hijo y es verdad que el impulso para escribirlo, el amor que tengo por él y el amor que tengo por mi pareja o mis amigos está vertido en él, pero eso no acaba con la ficcionalidad o con el estatuto de ficción de ningún libro. Quiero decir, ningún bebé cuelga en el vacío sobre una estalactita… Paul Celan decía que «la verdadera poesía es antibiográfica.». La poesía es un género ficcional y, como toda ficción, se nutre de experiencias personales o biográficas. Esto que en un primer momento puede sonar contradictorio, significa que lo importante en literatura no es la experiencia del poeta, sino la del lector; que lo importante en literatura es cómo experimenta el lector la palabra, la apoteosis o la apoantroposis, contarse entre los hombres, es decir, experimentar lingüísticamente la experiencia del otro. Diría que «Seno» se nutre de mi experiencia, pero tal vez mi experiencia deba más al libro que el libro a mi experiencia.
…todo ese crecimiento del cuerpo ocurre en otro cuerpo y es un cuerpo que no es el del padre. Por eso digo que «Seno» es un intento de experimentar la gestación de la madre sin por ello apropiarse de esa experiencia.
PREGUNTA: En un escenario cultural donde el papel del hombre tiene cada vez menos significado en la construcción del concepto de familia, ¿cree que su libro es reivindicativo o provocador al respecto?
RESPUESTA: Dejando claro que ser padre es una decisión política, creo que libro es, a partes iguales, reivindicativo y provocador. Reivindicativo porque quiere recuperar el concepto de familia en un momento en el que la atomización social es de una violencia feroz, y provocador porque el concepto que defiendo no es el de la familia nuclear: el padre no es un mero espectador, también es un testigo y un acompañante y mantiene un papel activo incluso en las partes que fueron escritas antes de haber querido ser padre.
No le robaremos más tiempo. Muchísimas gracias por sus respuesta y le deseamos el mayor de los éxitos.
Título: Seno
Editorial: Cántico
ISBN: 978-84-949956-7-5
Págs.: 106
PVP: 12 €