Desafiando al olvido, un título premonitorio en el que Miguel Fernández (Granada, 1962), el autor, recupera un personaje clave en los anales de la música de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Waldo de los Ríos (Buenos Aires, 1934) pasó a la historia como el compositor que acercó a Beethoven al gran público.
Su adaptación del último movimiento de La novena sinfonía, conocida como Himno a la alegría, interpretada por Miguel Ríos o en versión pop, se convirtió en un éxito mundial, de dimensiones entonces desconocidas en la España franquista. Criticada por los ortodoxos y aplaudida por el público, la obra supuso un punto de inflexión en la carrera de un artista plagada de logros, como la Yenka, El tamborilero popularizado por Raphael, Las flechas del amor de Karina o Soy rebelde de Jeanette.
En medio de la apoteosis mundial que supuso su revisión de la Sinfonía 40 de Mozart, Stanley Kubrick lo llamó para que compusiera la banda sonora de La naranja mecánica. Poco tiempo después, Waldo entra en horas bajas. Su suicidio conmocionó a la sociedad española y a la argentina.
EL AUTOR (@MglFedz)
Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de treinta y cinco años. Con Yestergay (2003), obtuvo el Premio Odisea de novela. Patricio Población, el protagonista de esta historia, reaparecería en Nunca le cuentes nada a nadie (2005). Es también autor de La vida es el precio, el libro de memorias de Amparo Muñoz, de las colecciones de relatos Trátame bien (2000), La pereza de los días (2005) y Todas las promesas de mi amor se irán contigo, y de distintos libros de gastronomía, como Buen provecho (1999) o ¿A qué sabe el amor? (2007).