Todos somos villanos es un ameno viaje narrativo que nos conduce, a través del teatro shakesperiano y de las dinámicas afectivo-sociales de un grupo de amigos, a una intriga criminal que explora el comportamiento humano en situaciones inesperadas, llevándonos a los lectores incluso a preguntarnos por nuestra propia naturaleza.
Esta obra, recomendable tanto para los asiduos de la novela negra como para los aficionados a otros géneros narrativos, llega a nosotros de la mano de Umbriel Editores, destacando su papel por un magnífico trabajo de maquetación que hace que la lectura sea una experiencia muy agradable (no solo portada y contraportada son maravillosas, sino que los detalles interiores son para quitar el hipo).
La trama (no hay subtramas, todo se enfoca hacia la misma dirección: un asesinato y su presunto móvil, la ambición) nos la cuenta un narrador en primera persona (Oliver Marks) cuya particular voz se despliega en dos líneas temporales: la del presente, en la que un Oliver treintañero asume la voz de un narrador testigo que confiesa su verdad al salir de la cárcel al detective retirado Colborne, y la del pasado, en la que Oliver es narrador y protagonista, junto con otros seis personajes, de un crimen ocurrido cuando era un veinteañero estudiante del Conservatorio Clásico Dellecher, famosa facultad de disciplinas artísticas y artes escénicas.
El uso de varios tiempos para abordar una misma trama (algo que, por ejemplo, hace maravillosamente Joel Dicker en La verdad sobre el caso Harry Quebert) siempre es positivo pues se aportan al lector más perspectivas desde las que participar en la resolución del crimen. Es decir, se implica al lector como un sujeto activo de la ficción. Pero si, además, esto se hace utilizando una única voz, el efecto es envolvente pues, aunque con más narradores se multiplicarían los puntos de vista y las pistas, utilizando solo uno, el lector se mete totalmente en la piel narrador y protagonista, haciendo suyas sus decisiones, inseguridades, equivocaciones…
Sin embargo, no es esta amalgama de buenas herramientas (el tipo de narrador, los dos tiempos, la trama…) lo que más sobresale de la obra. No. Para nada. Ni siquiera los siete personajes principales son lo más destacable de la novela (y eso que sus roles están muy bien construidos y evolucionados). En esta ocasión y, aunque no es lo más habitual en la literatura policíaca, es la ambientación lo que engancha, lo que impregna de un encanto especial toda la ficción. Cuanto más lee uno, más desea ser otro estudiante más del cuarto curso de Teatro, más ansía ser parte de Dellecher, recitar fragmentos de Hamlet, de MacBeth, de Rey Lear…, salir de juerga con Alexander y Filippa, etc. Dellecher es un pequeño universo, un pequeño Hogwarts en el que la magia no sale de varitas sino del escenario. Solo hay que dejarse hechizar por los versos de Shakespeare que la autora, M.L. Rio, ha sabido colocar en la escena justa, en los labios precisos…
En definitiva, Todos somos villanos es uno de los libros más originales que he leído y al que le auguro un largo éxito. Yo, por mi parte, estoy segura de que leeré lo siguiente que se publique en España de la autora.
My suggestion is that, at any rate, you do it for about a month so we can give it some congruity so as to see improvement. Remember that it is an exercise that ought to be a piece of another activity schedule, since we will just concentrate on working the midriff and deserting the majority of the muscle bunches in our body.