«—Vengo —prosiguió Francis Hamilton — a pediros apoyo. En vuestros países algunos controláis medios de comunicación, agencias y canales de televisión que forman la opinión pública. Otros sois accionistas de esas cadenas. Vuestro criterio es importante.»
A mediados de enero de 2003, a las puertas de la Guerra de Iraq, el poderoso Club Bilderberg se reúne en un hotel de Ámsterdam, con la sonada presencia de Francis Hamilton, exsecretario de Estado norteamericano. En vísperas de la primera reunión del influyente lobby internacional, un miembro de tan elitista reunión es asesinado en una habitación del hotel. Se trata de Cosme Damián, magnate español de los medios de comunicación y director de El Diario. El crimen parece obra de un profesional.«—Bien —añadió inspirando profundamente—, póngase a trabajar. Pida lo que necesite. El caso tiene prioridad absoluta. Le recuerdo la discreción con la que debe proceder. No vamos a poder eludir los titulares de la prensa de mañana, pero lo que hay que evitar a toda costa es el escándalo. Le he dado mi palabra al ministro. No me haga quedar mal porque en este caso nos jugamos mucho.»
Las presiones políticas para que el crimen se resuelva con total discreción recaen en Madrid en el comisario de la Policía Nacional Aquilino Malvar, que a su vez traslada el caso a su mejor hombre, el inspector Gabriel Montañés. La investigación se mezcla con otro escándalo relacionado con Julián Santaeugenia, un turbio constructor del Ibex 35 y acaudalado coleccionista de obras de arte, a veces de dudosa procedencia como la sospechosa reaparición de un Picasso robado del Museo Hermitage de Leningrado en 1930.
El inspector Montañés no lo tendrá nada fácil. Las dos tramas delictivas parecen confluir. El cadáver de Cosme Damián será sólo el primero de una serie de asesinatos llevadas a cabo por un profesional apodado El Marsellés. Entre sus víctimas se encuentra una marchante parisina especialista en obras de arte, y un financiero de Gibraltar relacionado con la mafia rusa, traficante de armas y socio de Santaeugenia.
Como si fuera poco, las presiones de las altas esferas políticas enturbian la investigación policial. Cosme Damián, dueño de El Diario, un periódico amarillista especializado en ventilar los trapos sucios de los poderosos, tanto de políticos como de empresarios, tenía demasiados enemigos.
«Cuando El Diario empezó a hurgar en sus negocios, Julián Santaeugenia habló con su abogado para ver qué se le ocurría que podía hacer. “Tengo que acabar con ese cabrón”, se dijo a sí mismo el constructor. Estaba obsesionado con el periódico, pero todo lo que le recomendó el letrado era que tuviera paciencia.»
La novela transcurre entre Ámsterdam, Berlín, Nueva York, París, Gibraltar y Madrid. Las muertes se suceden sin tregua. ¿Quién carga la pistola del asesino? ¿Es posible la impunidad para los poderosos, los verdaderos poderes fácticos que influyen en el curso de nuestras sociedades?
Ésta, entre otras, es una de las preguntas que plantea Algo va mal, la quinta novela del periodista y escritor Fermín Bocos, que en el título rinde tributo al ensayo político homónimo de Tony Judt. La ficción, en manos de Bocos, es un espejo que refleja algunos de los rincones más oscuros de los poderes políticos y económicos globales que nos gobiernan.
Con diálogos ágiles, un ritmo acelerado y escenarios siempre cambiantes, Fermín Bocos plantea en Algo va mal un relato de suspense de factura moderna. Una historia que bien podría aparecer en la primera página de los periódicos de mañana.
«¿Qué impacto tendría una intervención militar en aquella región? ¿Afectaría al precio del petróleo y el gas? Como un racimo de uvas, las reflexiones de unos y otros fueron encadenándose hasta que adquirió una posición dominante la idea de que, sin entrar en el aspecto moral de la cuestión, una guerra —y máxime aquella, que tenía todos los números para ser una victoria anunciada—, desde el punto de vista económico, era un negocio seguro.» |
PERSONAJES
Cosme Damián: Siempre a la caza del escándalo, el lema del magnate, dueño de El Diario, era: no dejes que la verdad arruine un buen reportaje.
Gabriel Montañés: Honrado y empecinado inspector de la Policía Nacional. Llegar hasta el fondo de sus investigaciones, caiga quien caiga, es su único objetivo, asumiendo las consecuencias.
Aquilino Malvar: El mal genio del comisario jefe es proverbial, sobre todo cuando recibe presiones desde arriba. Sin embargo, nunca deja tirado a sus subordinados.
Valeria Ulloa: La reportera de El Universal, la competencia de El Diario, juega limpio con Montañés: información sensible a cambio de exclusivas. A pesar de la desconfianza del inspector, será su mejor aliada.
El Marsellés: Walter de Roux, un asesino minucioso y solitario, una verdadera máquina de matar, amante de la música clásica y coleccionista de arte moderno.
Mordekai Rojo: De origen sefaradí y triple nacionalidad, los negocios del financiero de Gibraltar apodado Aladino son tan diversos como ilegales, del tráfico de armas al blanqueo de dinero.
Julián Santaeugenia: Dueño de un imperio inmobiliario que se tambalea, quizá por eso se arriesgue a sacarle partido a La fermière d’Avignon, un Picasso robado.
Telmo Salcedo: Diputado y uno de los hombres más poderosos de la oposición, se encuentra en el centro de la trama.
Mikel Azuera: Reportero de El Diario enviado a Berlín para investigar los archivos desclasificados de la Stasi. Sin quererlo se va a meter en la boca del lobo. |