«El hombre, tal como le crea la naturaleza, es algo desconcertante, opaco y peligroso. Es un torrente que se despeña desde un monte desconocido, y una selva sin camino ni ley. Y así como una selva tiene que ser aclarada, limpiada y reducida por la fuerza]…[su misión es convertirle, según los principios que acepta la autoridad, en un miembro útil de la sociedad, y despertar en él las cualidades cuyo desarrollo total vendrá a coronar y terminar la cuidadosa disciplina del cuartel.[…] A ninguno se le ocurría pensar que el colegio y la bárbara ambición de un padre y unos profesores habían llevado a tal situación a un ser tan frágil. ¿Por qué le habían hecho estudiar hasta altas horas de la noche en los delicados y difíciles años de la adolescencia?. ¿Por qué le habían quitado sus conejos, alejado de sus compañeros de colegio, prohibido la pesca, y los paseos, e inculcado el ideal vacío y rastrero de una ambición mediocre y devoradora? […] Ahora el espoleado caballito yacía en la cuneta y no servía ya para nada.»
Publicada en 1906, Hesse lanzó esta brutal crítica del sistema educativo donde se antepone el desarrollo académico frente al personal y emocional.