La sinagoga del agua parte de dos líneas temporales atractivas por igual. Un pasado desde 1391 a 1491 en tierras andaluzas y un presente reciente en las mismas ubicaciones.
Pablo de Aguilar ha escrito el pasado en tercera persona y en él narra las circunstancias del enfrentamiento entre judíos y católicos en esos siglos anteriores a su expulsión. En Los Cerros, un pueblo ficticio con mucho en común con Úbeda, conocemos el robo de David, un niño judío, el día de su circuncisión para sustituir a Francisco, un niño cristiano recién fallecido. El ataque a la sinagoga de los cristianos propicia esa circunstancia en la que los padres de David sean asesinados, quedando solo su hermano Abraham como testigo de los hechos. El siglo que desarrolla el pasado está atado a la persona de David, quien con su nombre cristiano Francisco será el nexo de unión entre los diferentes personajes llamados a reflejar el enfrentamiento entre las dos religiones.
La novela histórica como género comprende una sección llamada ficción histórica que se caracteriza por la amabilidad de su propuesta, alejada de los detalles superfluos y que puede incluso combinar su trama con el presente.
El presente ubicado en 2007 está contado en forma de recuerdos por Dante, un recién licenciado en Historia que es requerido junta a la mujer de la que está enamorado Mara a viajar a Los cerros para documentar ciertos hallazgos que se están produciendo durante la construcción de un bloque de viviendas.
Pasado y presente se encuentran isiguientericablemente unidos y poco a poco los descubrimientos del presente tendrán su eco en la narración del pasado.
Pablo de Aguilar ha creado una novela fresca, ágil y fácil de leer, alejada de los gruesos volúmenes de la novela histórica al uso, que entremezcla con comodidad sus tiempos, dejando que sean los personajes quienes cuenten lo que sienten y lo que viven, con abundantes conversaciones y un cierto tono de intriga y un poso de amor que llena todas sus páginas.
Por tanto La sinagoga del agua, editada por Roca Editorial, es una perfecta novela para quienes les gusta leer ficción histórica sin complicarse en un maremágnum de tiempos y personajes plagados de detalles de esa época. Al fin y al cabo el ser humano es el mismo desde que existe y el tiempo y el ambiente en que se haya criado es una mera circunstancia. Esa es quizás la moraleja de esta obra.