¿QUIÉN ES MANUELA MAURI?
El personaje de Manuela nació en un cuento, Carabanchel Blues de Lorenzo Silva. Que la novela se haya acabado escribiendo entre dos personas —y no por una sola como suele ser habitual—, fue una opción que surgió por el camino, dentro del afán de dar a Manuela una personalidad más compleja y matizada.
Manuela no es Lorenzo, de hecho se ha esforzado en que Manuela sea diferente a uno de sus personajes de más éxito: Rubén Bevilacqua, que guarda cierta amistad con Manuela, ya que se conocieron en una investigación en la que colaboraron juntos hace años y tiene un pequeño cameo en el libro. Manuela no es Noemí, aunque tienen la misma edad.
Manuela es mujer. Parece una obviedad, pero el hecho es que a ella le toca lidiar con la desconfianza viril hacia las féminas en según qué lugares. Desde esa piedra de toque, o desafío, está forjado su carácter y se construye su mirada.
Manuela es una mujer que sabe quién es, que no se disfraza, que acepta su realidad —aunque necesita tomar pastillas para dormir—, que es huérfana de padre y de madre, que conduce un viejo Renault Mégane por los túneles de la M-30 y que trabaja como inspectora de Homicidios en la Policía Nacional.
Manuela ha fallado, y no ha salido indemne del fallo. De hecho comienza con una baja psicológica, derivada de un escándalo protagonizado por un superior con el que mantuvo una relación inapropiada y que acabó suicidándose. Ha perdido la confianza de los suyos.
Manuela cree en su trabajo, y de hecho lo utiliza como herramienta de redención, pero no se termina de acomodar a la institución en la que trabaja, que en cierto modo recela de ella y hacia la que ella se muestra también reticente.
Manuela trata de entender a los otros, pero sus reveses personales y su carácter, endurecido en la dificultad, le impiden practicar una empatía de amplio espectro con sus semejantes. Es dura, a veces incluso desabrida.
Manuela está lejos de su punto de equilibrio. En cierto modo, no termina de encontrar su lugar en el mundo, y lucha por tenerlo, con todas las dificultades que le opone su profesión, su maternidad de padre ausente —su ex— y sus problemas personales. Sólo tiene un cierto factor de equilibrio en su pareja, un médico del SAMUR algo más joven que ella y especialmente paciente, pero de quien no deja de temer que la dañe como lo hicieron sus relaciones sentimentales anteriores.
Manuela, estudiosa de la Historia (su vocación frustrada) es consciente de vivir en una sociedad dislocada, injusta, precaria en muchos sentidos, como lo es la propia condición humana según han demostrado quienes participan de ella a lo largo de los siglos. Ha renunciado a todo idealismo, y en especial al ideal de justicia. Lo que la motiva es hacer pagar a quien ha hecho el mal, cuando se le pone a tiro. |