“El modo en que tuve la prueba de que Davide se tiraba a Perro fue increíble y ridículo como una leyenda urbana. Ya sabes, esas historias de la vieja que te lleva en su coche y a la mañana siguiente te enteras de que lleva más de veinte años muerta, o el cachorrito de perro rodesiano que al crecer se transforma en un monstruo caníbal”.
Tenía ganas de leer este libro y sabía que me iba a durar un asalto. Hoy traigo a mi estantería virtual, La mujer desnuda.
Conocemos a Anna, una mujer de mediana edad que nos relata a modo de confidencia a una amiga la ruptura con Davide, el hombre con quien compartió su vida durante 5 años. Veremos el infierno al que ella misma se sometió tras conocer las infidelidades de Davide.
Las relaciones amorosas terminan. Vale, no todas, algunas como la de mis padres se alargan en el tiempo durante toda una vida, pero todos sabemos que hay relaciones que terminan. Y los motivos para ese fin pueden ser muchos y ni siquiera importan siempre. Lo que importa es avanzar. Sin embargo, hay relaciones que no llegan a terminar por una de las partes. Uno de los dos vive anclado recordando una piel, una risa, un calor en la cama. Ni siquiera suele ser el sexo lo que se recuerde, es algo más cotidiano, más privado. Y cuando eso sucede, se puede vivir un infierno. Sobre todo si sabemos que la otra parte tiene a una persona a la que mirar, a la que sonreír, a la que dar calor con su cuerpo en las noches frías. Y eso es justo lo que le sucede a Anna. Ella descubre las infidelidades y, aunque es terrible, parece sobreponerse al golpe, para lo que no está preparada es para el amor. Davide siente algo por otra mujer y eso la sobrepasa. Ahora que ha pasado el tiempo, puede decirlo, puede desnudarse y confesar sabiendo que algunas de las cosas que hizo la despojaron incluso de dignidad. Buscar en el móvil, leer los mensajes, descubrir que sigues conociendo tanto a quien fuera tu pareja como para poder adivinar su nueva clave de una red social. Y pensar que eso es porque lo conoces más que “la nueva”, en este caso Perro. Perro es la joven, más joven que Anna, con la que ahora está Davide. A Anna no le interesa su nombre, incluso cuando lo sabe le sigue llamando Perro. Porque tiene un perro, ya ves. Y es que Anna carga tintas en esa ruptura tóxica contra Perro en lugar de hacerlo contra Davide. Anna se pierde en un mar de sexo con desconocidos que no le lleva a ninguna parte, en sexo con Davide ajeno a los sentimientos, en fotos del coño de Perro y en la necesidad de merodear, de compara la nueva relación con la que ella tuvo y ver que la suya fue mejor. Alimentar la idea de una próxima ruptura entre Perro y Davide. Enfermar y competir con una mujer que ni siquiera sabe que está compitiendo y que precisamente por ello gana.
Stancanelli consigue mostrarnos como una mujer racional y cerebral es capaz de cruzar la línea de la privacidad. Una mujer que veía el mundo de una manera y que ahora inicia un descenso a los infiernos en el que no hay cabida para la compasión. Se castiga incluso dejando de comer. Pierde la batalla consigo misma y se deja llevar por los peores fantasmas: la inseguridad, los celos el miedo al fracaso, la soledad… y de ese modo aquella que explicaba que hay relaciones que avanzan simplemente por la monotonía, descubre que por perder a una persona, se ha perdido en el mundo. Anna toma la palabra y mira de frente confesando cada uno de sus actos, cada consecuencia de esa ruptura y del dolor que le provocó. Ni siquiera se ampara en el derecho a ser víctima ya que ella, confiesa, también tuvo sus secretos que quedaron a la luz. Y es que lo verdaderamente bueno de esta novela es la ausencia total de disfraces o excusas por parte de la protagonista que, simplemente, se dejó arrastrar por una obsesión, consciente de que lo estaba haciendo, buscando tocar fondo. Ahora lo confiesa a su amiga, la que no la juzga, la que le deja hablar sin asustarse ni cambiar la mirada. Y es entonces cuando nos preguntamos de qué va realmente esta novela y nos descubrimos pensando que no trata de obsesiones ni de dolor o rupturas, trata de la amistad, de encontrar a alguien a quien confesarle cómo estamos para de este modo poder enfrentarnos a lo que hacemos mal. Y superarlo.
Tal vez lo que busca Stancanelli con esta novela es que el lector en un momento u otro vea la opción de decir “podría ser yo”, aunque no con ese nombre y necesariamente tampoco con una historia de amor. A fin de cuentas, somos humanos.
Me ha encantado La mujer desnuda. Es una lectura poco común en los tiempos que corren.