«Dicen que cuando tienes un hijo por fin empiezas a valorar a tus padres, es por ello que nunca permito que dejen de nacer ideas en mí, ideas que cuido con delicadeza, ideas que alimento hasta que crecen lo suficiente como para alimentar ellas al mundo. Un mundo famélico de arte que implora un cambio.
Esa es mi vida, confiar en que existe la combinación adecuada de determinadas palabras que descifrará todo enigma universal. Apostar por lo que toda persona sensata te aconseja que no apuestes.
Morir en vida para vivir en el arte».
Arkano
«Arkano, Guillermo, ese chaval que revolucionó y sigue revolucionando el panorama del freestyle, no es en realidad un freestyler. Es un héroe, el abanderado de una generación. Cuando Guillermo canta se enciende la bondad en la sala, estalla el confeti de la verdad, los jóvenes que transitan por sus oscuros años de adolescencia comienzan, por fin, a ver más claro. Él consigue que tengan esperanza, que les parezca más ligera la mochila donde cargan sus temores. Arkano debería recetarse en pastillas, debería ser asignatura obligatoria.
Arkano es un apósito, trae analgesia, es un fármaco de última generación, es un rapero que cauteriza. Y a eso está consagrando su juventud, a abrazar, a acoger, a contagiar, a transmitir, a decir a otros jóvenes «claro que puedes», a enseñar que siendo bondadoso también se puede triunfar, a dejar claro que los valores también pueden cambiar el mundo».
Marwan, del epílogo. |