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CALLE DE LOS MALEFICIOS
CRÓNICA SECRETA DE PARÍS
Jacques Yonnet
Nueva edición con ilustraciones del autor
Traducción: Julia Alquézar
Colección: sajalín, 5
Número de páginas: 365
ISBN: 978-84-946809-6-0
Precio (P.V.P.): 21,00 euros
A la venta el 7 de noviembre |
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«El mejor libro jamás escrito sobre París.» Raymond Queneau |
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En junio de 1940, en Boult-sur-Suippe, Jacques Yonnet cae prisionero del ejército alemán. Pronto logra escapar y llegar a París para incorporarse a las actividades clandestinas de la resistencia. En la Rive gauche, de la plaza Maubert a la calle Mouffetard, combatientes, artistas, espías, bohemios, traperos y criminales transitan de noche las callejuelas, los cafés, los bistrós. Son las arterias ocultas de la ciudad, su vida secreta, nutrida de oscuros personajes, sucesos imperceptibles y antiguas leyendas que Yonnet recoge en un relato compuesto de realidad y fantasía, de etnografía y fábula.
Publicado por primera vez en 1954, Raymond Queneau consideraba este extraño libro el mejor jamás escrito sobre París. Retrato del periodo más sombrío de la capital francesa durante el pasado siglo —el de la ocupación nazi—, Calle de los Maleficios es sobre todo el testimonio único de un extraordinario narrador y flâneur infatigable, versado como nadie en la historia más antigua y «minúscula» de Paris, que atravesó el firmamento literario de su tiempo como una estrella fugaz. |
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Jacques Yonnet (París, 1915-1974) es hoy uno de los escritores más injustamente olvidados de la literatura francesa del siglo veinte. Combatiente, dibujante, periodista, poeta, historiador aficionado, fue junto a Robert Doisneau, Raymond Queneau o Bob Giraud uno de los parisinos legendarios de su época. Su escasa obra literaria se compone de dos libros de poemas, y de las novelas Gagne ta guerre! y la inclasificable Calle de los Maleficios, publicada por primera vez en castellano por Sajalín editores. |
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No puede considerarse de París, no puede llamarla su ciudad, quien no conoce sus fantasmas. Impregnarse de sus grises, confundirse con la sombra indecisa e insulsa de los ángulos muertos, unirse a la multitud húmeda que, siempre a las mismas horas, surge o rezuma del metro, de las estaciones, de los cines o de las iglesias; o ser el hermano silencioso y distante de quien pasea solo, del soñador inmerso en una soledad desconfiada, del iluminado, del mendigo, del borracho incluso. Todo esto requiere un largo y difícil aprendizaje, un conocimiento de las gentes y los lugares que sólo se consigue tras años de paciente observación. |
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