Sí, John Verdon lo ha vuelto a hacer. Al igual que sucedía con la primera entrega de esta serie Sé lo que estás pensando, este Arderás en la tormenta es un libro sin tregua, espectacular de principio a fin, adictivo, con todo lo que un amante de los thrillers busca y… con muchos extras más: psicología, empatía, maldad, corrupción, manipulación, etc.
Los conflictos raciales en EEUU son la excusa para poner a trabajar de nuevo a David Gurney. Según afirma Verdon leyó una frase en un libro del siglo XVIII que indicaba que siempre que había una calamidad alguien sacaba rédito de la misma. Cuando la guerra entre la policía y la comunidad negra se recrudece en White River y un agente es asesinado por un francotirador, un anhelante Gurney se activa para averiguar la verdad. Sobre todo quien está detrás de ellos para obtener beneficios.
El elenco de personajes convierte esta novela casi en una obra coral, donde la multiplicación de los mismos señala los intereses de todos ellos en que la revuelta siga o se apague. Como todos tienen algo que ganar, los posibles culpables también se multiplican.
Gurney también tiene lo suyo en casa. Mientras en entregas anteriores eran sus problemas de estrés postraumático los que le afectaban o la situación emocional de Madelaine, ahora son unos pequeños restos arqueológicos en su parcela los que interfieren en su vida de pareja.
Madelaine sigue siendo su Pepito Grillo particular, su conciencia que atisba más allá de la afición de su marido el riesgo, contagiando sus suspicacias al lector, lo cual escora acertadamente la novela hacia la psicología de la motivación.
¿Qué hay tras esa pulsión de Gurney por merodear por el abismo y ponerse al límite? El laureado policía retirado se debate entre su amor por su mujer Madeleine y la fuerza irresistible que sobre él ejercía las investigaciones de asesinatos.
La novela es también una dura crítica al mundo de la televisión, con la cadena RAM convertida en “el megáfono de los sentimientos más desagradables y perniciosos de la sociedad. Glorifican la agresividad y hacen virtud de la ignorancia”.
Es muy interesante el punto de vista sobre la maldad que tiene el autor, ya que indica que no ha grupos inherentemente malvados, sino que el mal habita en el corazón de cada individuo. Cualquiera puede sobrepasar esa línea sin necesidad de pertenecer a ningún organismo o institución.
En contraposición a ese mal hallamos la fulgurante empatía de Madelaine, quien la usa para hacer el bien siempre que puede, aunque a veces dicha empatía opaque la verdad
En definitiva una obra impecable que se puede leer en muchos niveles y que dejará un buen sabor de boca en los lectores. Todos aquellos con los que he hablado coinciden en que les da mucha pena acabarlo y que intentan estirar el final para no quedarse sin una obra tan adictiva.