El día enterrado es la narración del momento en que sus protagonistas no pueden evitar reconocer cuándo y por qué se quebró para siempre su vida. «El tiempo y la campana han enterrado el día», la línea de T. S. Eliot que abre la novela, anuncia la desventura que nos previene de que la condición que se extingue sea la misma que nos acoge.
Días antes de divorciarse, Gadea Vigo no acude a la galería de arte en la que trabaja; desaparece, al parecer voluntariamente, sin dejar rastro. Su confidente y amiga, Serapia Gómez, trata de averiguar qué la ha impulsado a tomar una decisión tan drástica. En la indagación descubre asuntos turbios de la galería, la venta de cuadros falsos de eminentes pintores, y el mundo de relaciones insospechadas en que ella misma vive. Inmiscuirse en otra vida la obliga a recuperar una dolorosa experiencia, velada a los demás, que la enfrentó a lo incomprensible.
La capacidad narrativa de Francisco Solano, uno de los escritores actuales más innovadores, nos conduce por las intersecciones de una ausencia inesperada, sumiéndonos en una desdicha que se quería preservar en la intimidad. El día enterrado explora el quebranto de la pérdida y la forma en que, a resguardo del conmovido recuerdo, se custodia a una persona querida.
Francisco Solano (Burgos, 1952) es escritor y crítico literario, colabora en revistas y suplementos culturales y habitualmente en Babelia. Su primera novela, La noche mineral (Debate, 1995), fue elogiada por la crítica por su «sorprendente poderío estilístico» (Ignacio Echevarría); a ella siguió Una cabeza de rape, Premio de Novela Jaén (Debate, 1997) y el libro de viajes Bajo las nubes de México (Alba, 2001), cuyo tratamiento del género revela «tanto su aguda observación como su original color en la adjetivación, evitando siempre los tópicos al uso» (Carlos García Gual). También es autor de Rastros de nadie (Siruela, 2006), «una novela radicalmente moderna sobre la apropiación del discurso y la distribución de las máscaras» (Sergi Doria), La trama de los desórdenes (Bruguera, 2007), relatos inspirados en la lectura de Giorgio Manganelli, Tambores de ejecución (Bruguera, 2008), Lo que escucha la lluvia (Periférica, 2015) y Jugaban con serpientes (Minúscula, 2016), una nouvelle sobre la infidelidad, donde la relación adúltera es real en el roce de los cuerpos, pero imaginaria en todo lo demás.