“La invitación llegó hace tres semanas en un sobre exageradamente franqueado. El peso de los sellos, que a su vez debió de aumentar los portes, me llenó de esperanza al principio: aún hay cosas que se necesitan para existir.”
Hay libros que llaman la atención a primer vistazo, la cubierta, el título, y no miras mucho más para decidirte a comprarlos. Eso me sucedió con este. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El deshielo. En el año 1988 en Bovenmeer solo nacen tres niños: Laurens, Pim y Eva. Están, por lo tanto, condenados a ser amigos, ya que ni siquiera tendrán un aula para ellos solos, son demasiado pocos.
Han pasado muchos años desde aquello y Eva recibe una invitación para regresar a su ciudad natal, con motivo de una celebración. Así que Eva deja ago su actual ciudad, Bruselas, y se encamina a Bobenmeer en su coche, con su hielo y su sed de venganza, mientras va rememorando en el camino su infancia, su adolescencia y el momento en el que todo cambió para estos tres mosqueteros. Uno comienza la lectura de este libro sin tener muy claro lo que va a encontrarse.
En un primer momento, incluso puede que espere un relato nostálgico de la vida en un pueblo pequeño. Sin embargo nada más lejos de la realidad, porque según lo que Spit nos relata, las poblaciones pequeñas pueden ser lugares crueles y aterradores. Bovenmeer lo es. La vida de Eva, que es quien nos relata la historia, lo es. Una familia disfuncional entre efluvios alcohólicos, una hermana y dos amigos en un pueblo terrible lleno de maldades. Y donde la amistad debería de haber sido su salvación, el descontrol, la rebeldía o tal vez la genética del lugar, la transforma en algo igualmente terrible. ese es el lento goteo de Spit en su libro, página tras página, despacio, asfixiando a un lector que asiste impotente a una historia temiendo un final trágico. Eva nos habla desde el presente mientras mediante recuerdos va regresando a personas y lugares de su juventud, casi enfrentándose a ellos.
Y ahora es al lector al que le va a tocar enfrentarse al presente. No tardamos en darnos cuenta de que las consecuencias del pasado se van a vivir y aún así caemos presa de la decisión de Eva, sentimos la necesidad de conocer su plan y este es el camino que nos obliga a recorrer la autora, despacio, con calma, y no podemos apartar la vista de un bloque de hielo… el momento en que esta parte es revelada, se vive casi como un puñetazo, porque somos espectadores de lo inevitable, y quizás por eso esta historia de ritmo lento va acelerando a medida que llegamos al final. Y cerramos el libro agotados. Hemos leído el deshielo. No es una novela fácil de leer, como tampoco lo es de explicar sin contar demasiado. Baste decir que Lize Spit nos entrega un relato crudo de un lugar lleno de miserias y secretos y que, el juego inventado por estos tres amigos se torna en algo realmente aterrador.
Es cierto también que el lector termina por inmunizarse ante tanta maldad, y es que, el exceso muchas veces provoca una suerte de efecto caricatura que desdibuja la realidad ayudando a nuestro estómago a seguir adelante. Con todo la historia es buena, te mantiene pegado a su relato levantando la vista apenas para tomar aire, agradecido de no estar en ese lugar, en ese momento. He disfrutado leyendo El deshielo aunque no sea un libro bonito.
No sé si existe Bovenmeer, hablan de Viersel, localidad natal de su autora. En todo caso yo lo tengo claro, no iría allí.
Fuente: Entre Montones de libros