En la tercera novela de Estela Chocarro, Rebeca Turumbay y Víctor Yoldi se ven envueltos en unos misteriosos asesinatos
Las claves del local crime vienen marcadas por las particularidades de la sociedad rural. Todo el mundo se conoce, o más bien cree conocerse, en el entorno rural; y ese conocimiento deriva en rencillas, venganzas, envidias o celos. El alcalde, el médico, el practicante, el cura y el maestro son la máxima autoridad en un entorno tan reducido en el que a menudo ni siquiera existe una comisaría de policía. En los pueblos, todo se acaba sabiendo, y lo que no se sabe, se inventa. Se especula, se murmura, se despedaza a las personas, se tergiversa la verdad. Decía Emilia Pardo Bazán en Los pazos de Ulloa: «La aldea, cuando se cría uno en ella y no sale de allí jamás, envilece, empobrece y embrutece», por lo que no es de extrañar que sea fuente de inspiración para no pocos escritores negro-criminales. (…)
En pleno siglo XXI, nuestros investigadores pueden llamarse Víctor o Rebeca, Daniel o Anastasia; ser abogados, periodistas, historiadores o ancianos de una residencia. ¿Estamos acaso transgrediendo las normas del género y de ahí la necesidad de categorizar y etiquetar? Quizás. O puede que se trate solo de un intento de poner puertas al campo. En cualquier caso, los argumentos del local crime son las miserias del ser humano en un entorno opresivo como es el rural, donde, en última instancia y si se conjugan los factores adecuados, todos seríamos capaces de cometer un crimen o de jugarnos el pellejo para descubrir a un criminal. ¿O no? – Estela Chocarro
Ha pasado más de un año del desenlace de Nadie ha muerto en la catedral. Rebeca Turumbay no ha vuelto a ponerse en contacto con sus amigos de Cárcar y se ha refugiado en Florencia, donde estudia restauración de arte renacentista. Por su parte, Víctor Yoldi se ha trasladado a Pamplona para trabajar en el Diario de Navarra. Cuando se le presenta la oportunidad de escribir un artículo sobre la cárcel recién inaugurada, aprovecha para visitar a Jonás Sádaba, que sigue en prisión desde la muerte de su madre, y para llevarle recuerdos de todo Cárcar. Jonás está preocupado, ya que Massimo, su compañero de celda, un hombre muy respetado en la prisión que había pasado casi veinte años encarcelado por el asesinato del hijo de su antiguo jefe, se suicidó hace poco. Pero Jonás tiene motivos para sospechar que en realidad lo mataron. Víctor inicia sus propias pesquisas para ver qué hay detrás de estos hechos, mientras que Rebeca se ve implicada en el asesinato de su jefe, Hugo Castells. Con la ayuda de Daniel el Gallardo y sus amigos de Cárcar, Víctor y Rebeca tendrán que emprender una peligrosa investigación que puede costarles la vida.
Estela Chocarro (Pamplona, 1973), creció en Cárcar, un pequeño pueblo de la Ribera Alta de Navarra. Estudió publicidad y relaciones públicas en Madrid, además de hacer varios cursos de realización y producción audiovisual. Tras trabajar en distintas empresas de comunicación en Madrid y Pamplona, su pasión por la literatura fue consolidándose y empezó a escribir sus propias historias, urdiendo su primera novela inspirada por su pueblo natal y las historias que su padre le contaba de niña. Además de novelas, también ha escrito varias obras de teatro.
Los protagonistas
Rebeca Turumbay: tras dejar su trabajo en el Museo Dalí, Rebeca se ha trasladado a Florencia, donde ha cursado un máster y estudia restauración de arte renacentista junto a un reputado maestro. No ha vuelto a ponerse en contacto con Víctor ni con los ancianos de Cárcar desde su partida, y les echa mucho de menos. La trampa que le tienden para acusarla del asesinato de Hugo Castells motiva su regreso a España, donde no puede evitar regresar a Cárcar y plantearse si vale la pena retomar su relación con Víctor Yoldi.
Víctor Yoldi: su carrera periodística va en ascenso, y ha tenido que trasladarse a Pamplona por trabajo. Echa de menos a Rebeca, pero no puede evitar sentirse atraído por la forense Cristina Zudaire cuando esta le presta ayuda en sus pesquisas.
Daniel «el Gallardo» y sus amigos: junto con Anastasia, Patricio y Marcelo, desde Cárcar Daniel prestará apoyo y afecto a su sobrina y al periodista y hará cuanto esté en su mano por ayudarlos a resolver el misterio.
Álvaro de Quesada: uno de los hombres de negocios más poderosos de España, Álvaro amasó su fortuna siendo muy joven, y cree que el dinero lo sitúa por encima del bien y del mal. Después de la trágica muerte de su hijo, su mujer ingresó en una clínica de reposo, y él vive recluido, manejando sus negocios con mano de hierro, pero cada vez más perdido en sus miedos y recuerdos.
Massimo Figueroa: llegó de Argentina y trabó amistad rápidamente con Álvaro de Quesada, llegando a convertirse en su mano derecha. Su familia y la de De Quesada estaban muy unidas, hasta que sucedió algo que rompió la relación, tras lo cual Massimo se vio relegado al trabajo de chófer. Tras la muerte del hijo de los De Quesada, hizo un pacto con el diablo, aceptando cargar con la culpa de la muerte a cambio de que a su familia no le faltara de nada. Lleva muchos años en la cárcel ocultando la verdad sobre lo sucedido.
Estela Chocarro (Pamplona, 1973), creció en Cárcar, un pequeño pueblo de la Ribera Alta de Navarra. Estudió publicidad y relaciones públicas en Madrid, además de hacer varios cursos de realización y producción audiovisual. Tras trabajar en distintas empresas de comunicación en Madrid y Pamplona, su pasión por la literatura fue consolidándose y empezó a escribir sus propias historias, urdiendo su primera novela inspirada por su pueblo natal y las historias que su padre le contaba de niña. Además de novelas, también ha escrito varias obras de teatro.
