He aquí una joven escritora argentina que, haciendo uso de una fórmula sospechosamente fácil –por su brevedad- cual pudiera parecer el aforismo, sabe, no obstante, sacar provecho de ello urdiendo una convocatoria en favor del texto de consciencia, de la identidad como compromiso, de la reflexión acerca de la realidad: esto es, de todo aquello de lo que un lector atento y curioso difícilmente se podrá desligar: “El disfraz es más pesado que la carga que quiere ocultar”.
La brevedad, por otra parte, dentro de una forma de escritura concisa cual es la aforística, ha dado muchas veces unos ejemplos que han resultado equívocos en la significación del texto, por cuanto las pocas palabras pueden dejar incompleto, impreciso o solamente alusivo un discurso que se distingue precisamente por lo contrario: la raíz profunda, la significación honda y meditada. Pero Dukelsky ha salvado con soltura y precisión tal escollo de lo breve fútil o vano a favor de un discurso que tiene valor propio, contenido intrínseco y formulación de trascendencia hasta el punto de conseguir, lo que no es fácil, que el lector queda indemne de cada uno de estos breves compromisos o exigencia que la autora le plantea: “Tristeza: dolor sin aversión, con amor”.
Bajo aparentes fórmulas sencillas (aparentes, digo, pues es una práctica literaria que exige conocimiento y rigor en la utilización del género) la autora no permite eludir en ningún momento la vinculación con la lectura, entendida ésta como una compañía necesaria para obtener un bien a solas. Y los ejemplos no es difícil hallarlos a lo largo de este libro que resulta, a la postre, un espejo limpio donde mirarse y aprender: “Acostumbrarse al hábito de ser siempre uno mismo”.
Sea, pues, el saludar con satisfacción y gozo un libro lleno de referencias propias para el lector que, al margen de los dictados impuestos tantas veces por una realidad que se nos dicta impositivamente, quiere una compañía fecunda y en ello el procurarse un interlocutor que le aporte el grado de sorpresa e imaginación que el entendimiento de lo real verdadero exige como premisa.
En fin, lean, acostúmbrense a sí. Merece la pena.