Historia menor de Grecia fue la obra anterior de Pedro Olalla, un libro en el que los personajes de la historia relacionados con Grecia cobraban vida y eran presentados en sus situaciones más importantes. Grecia en el aire tiene un formato bastante diferente. Aunque lleva el sello del autor, explorando la misma realidad griega, con su componente histórica y arqueológica el anterior era un libro de ética mientras este es un libro de política aristotélicamente hablando. El autor utiliza el escenario de Atenas para reflexionar sobre aquel proyecto comparándolo con lo que tenemos hoy día, algo que tiene poco que ver con aquel proyecto y que está siendo minado sistemáticamente en aquellos mismos lugares donde se estableció.
A continuación resaltamos algunos aspectos de nuestra conversación con el autor para destacar su propuesta literaria:
“La intención fundacional de la democracia era compensar los efectos de algo tan natural como la desigualdad económica. Eso hoy parece que se ha invertido por completo, es la desigualdad económica lo que genera capacidad política. Quién tiene mayor poder económico tiene mayor poder político. Sistemas que se llamen a sí mismo democráticos han pasado por alto que una democracia no puede arraigar con desigualdad económica. Al final las salidas de la crisis ahondan en esta desigualdad.”
“Monti en Italia u otros casos demuestran que la política, sus representantes, en vez de velar por el bien común se alían con los poderes económicos imposibilitando la democracia. A escala mundial y de forma cada vez más descarada se ha generado una especie de teología de que este es el único camino. Por eso hay que revisitar los valores que pusieron en marcha la democracia.”
“Si realmente acudimos a los rasgos fundaciones de la democracia ateniense, la democracia actual no solo no es una versión moderna y adaptada sino que es su negación.”
“Uno de los parámetros que nos permiten desenmascarar la falacia es la diferencia entre ellos y nosotros, el bien común y su salvaguarda por los gobernantes para los gobernados. Ahora se viene del republicanismo romano, el estado se percibe como un organismo externo y coercitivo que opera sobre la población, no como un órgano constituido por los ciudadanos como portadores activos de la política. Las democracias actuales utilizan el sistema de voto y su parafernalia para legitimar sus propios intereses.”
“Las democracias actuales carecen de la isegoría o el derecho de la igualdad en el uso de la palabra por que los mecanismos dentro de los partidos demuestran que no se tiene el derecho a la opinión divergente. Los lobbies de comunicación también lo impiden. Enfrente la Parrhesía era una prerrogativa de los ciudadanos. Había que tener la virtud de atreverse a decir la verdad. Hoy día aspectos como la fidelidad de voto, la disensión de unos diputados falsea el sistema que se queda en una cuestión numérica. No se necesitaría ni que asistieran a ningún parlamento, con un censo bastaría y el debate carecería de sentido.”
El capítulo sobre los tribunales es especialmente interesante. Se habla acerca del corpus de 6000 ciudadanos que eran elegidos por sorteo en el último momento por lo que no eran corruptibles al no saber quién tendría que juzgar ese día algún caso. El autor indica “Una de sus prerrogativas era que los ciudadanos podían juzgar todos. Los ciudadanos según Aristóteles eran los que tenían la facultad de gobernar y de juzgar. Esa definición sigue siendo revolucionaria, nadie diría que los ciudadanos son hoy día eso. Los ciudadanos tenían que estar a la altura de las circunstancias sin profesionalización de la política. Sí existía el ejercicio de la política donde se podía aprender y practicar. Hoy ni siquiera en el seno de los partidos ni en los parlamentos se puede ejercer esa política.”
Con estas mimbres y muchas otras parecidas se nos antoja que en esta etapa de fuerte agitación política es imprescindible reflexionar sobre la política de la mano de esta obra: Grecia en el aire.