El profesor Gervase Fen, el héroe creado por Crispin como sabueso principal de sus novelas policíacas, creo que entraría dentro de la categoría de aquellos que prefieren resolver la cuestión de ¿por qué lo ha hecho? el asesino, antes que la otra: ¿quién lo ha hecho?
Eso, que es una elección de autor, conlleva dos matices a señalar: de una parte implica entrar en un terreno próximo a la ontología, en el sentido de que para tal especulación se hace necesario pensar el ser humano que actúa desde su voluntad o deseo interior –una forma de espiritualizar prosaicamente al asesino, digamos. El otro matiz le asoma a un riesgo para el lector; de no ser expuesta con ligereza, habilidad y lenguaje sencillo la trama de la cuestión, la lectura puede resultar árida cuando no algo cargante o academicista (Leí casualmente una reciente referencia de un lector hacia la percepción de la presente obra: “muy pronto deja de interesarnos el artificioso misterio con su inspector caricaturesco, sus personajes de cartón piedra, su gratuita pedantería”) Desde luego, se diría que en el texto, a veces, se observa una tendencia innecesaria hacia el efectismo o el retruécano.
Crispin, en esta su primera novela detectivesca, es prolijo en detalles, ágil en los movimientos de la trama, pero en ello acumula demasiada hojarasca que expande a modo de un sentencioso ensayo académico. Al fin, todo porque una insufrible neurótica que está encaprichada de un director de teatro que no le corresponde, se granjea la antipatía de la mayoría de los supuestos amigos por causa de sus veleidades eróticas. Su asesinato, entonces, no sorprende apenas, y sólo el segundo asesinato -el del organista, que sí estaba enamorado de ella- desvela que toda la parafernalia, las expuestas intrincadas pasiones de los actores que preparan un estreno, no es sino el velo que cubre un móvil más sencillo y antiguo: el pasado vergonzoso y sexual de ese director. Ello delatado por un pequeño objeto que apenas se cita en la trama, lo que, en parte, parece hacer inútiles todas las especulaciones a que se conduce al lector (El propio título es casi otro acertijo)
Pasiones y enredos, sexo y retórica academicista en el terreno habitual de Crispin, el campus de Oxford, y una historia que considero sí entretiene si bien para ello exige, en más de un momento, una paciencia excesiva por parte del lector. Al parecer lo ha dicho Borges: “trescientas páginas para resolver un acertijo son demasiadas páginas”.
El verdadero nombre de Edmund Crispin era Bruce Montgomery. Nació en 1921 en Chesham Bois, Buckinghamshire y asistió al St. John’s College en Oxford, donde se licenció en Lenguas Modernas y donde fue organista y maestro de coro durante dos años.
Cuando se le preguntaba por sus aficiones, Crispin solía decir que lo que más le gustaba en el mundo era nadar, fumar, leer a Shakespeare, escuchar óperas de Wagner y Strauss, vaguear y mirar a los gatos. Por el contrario, sentía gran antipatía por los perros, las películas francesas, las películas inglesas modernas, el psicoanálisis, las novelas policíacas psicológicas y realistas, y el teatro contemporáneo. Publicó nueve novelas así como dos colecciones de cuentos, todas protagonizadas por el profesor de Oxford y detective aficionado, Gervase Fen, excéntrico docente afincado en el ficticio St. Christopher’s College. Novelas que le hicieron ganarse un lugar de honor entre los más importantes autores ingleses de novela clásica de detectives. Impedimenta emprende con su obra maestra, La juguetería errante (1946), la publicación de la saga de Gervase Fen, a la que seguirán otros títulos, como Trabajos de amor ensangrentados, (1948), The Case of the Gilded Fly (1944), Holy Disorders (1945), Buried for Pleasure (1949) y El canto del cisne, (1947). Crispin dejó de escribir novelas en la década de los cincuenta, pero continuó redactando reseñas de novelas de detectives y de ciencia ficción para el Sunday Times. Murió de un ataque al corazón en 1978.
Ficha técnica
Páginas:
336
Traducción:
José Carlos Vales
Precio:
22,50
Este es el primer caso del extravagante y genial profesor de Oxford y sabueso aficionado Gervase Fen (La juguetería errante), y una de las cumbres de la Edad Dorada de la novela de detectives inglesa.
Las compañías de teatro suelen ser siempre un hervidero de habladurías. Pero pocas son tan intrigantes como la que se encuentra actuando en estos momentos en Oxford. La joven y letal Yseut, actriz algo mediocre y maliciosa, es el centro de todas las miradas, aunque su principal talento consiste en destrozar las vidas de los hombres que la rodean. Hasta que es hallada muerta en extrañas circunstancias. Por fortuna, entre bastidores se encuentra el excéntrico profesor Gervase Fen, quien halla mayor placer en resolver crímenes que en enseñar literatura inglesa. Y cuanto más investiga el caso, más cuenta se da de que todo aquel que conocía a Yseut habría sido candidato a asesinarla; pero ¿será capaz Fen de descubrir quién lo hizo en realidad? El cadáver de la joven ha dejado una pista reveladora: una reproducción de un extraño anillo en forma de mosca dorada.