Los niños se aburren los domingos de Jean Stafford

9788494236709_L38_04_hLas protagonistas de los excelentes relatos de Jean Stafford son mujeres obligadas a crearse un espacio propio donde subsistir. A veces ese espacio es irreal o está anegado de alcohol; otras es un lugar aislado, lejos del ruido opresivo de una relación asfixiante, pero siempre está concebido como reducto desde el que defenderse de los que le niegan una independencia de criterio que cuestiona estructuras o, simplemente, egoísmos. Sin embargo, la actitud que adoptan esos personajes no es desafiante sino contemporizadora, fruto de una ingenuidad que les lleva a creer en la posibilidad de superar los escollos y trampas cotidianas que, a la postre, les obligarán a la huida. ‘Los niños se aburren los domingos’ es una selección de la narrativa breve con la que su autora obtuvo el Pulitzer en 1970, y la demostración de que Stafford sabe punzar en los sitios adecuados para que rezuma la infección moral de una sociedad enferma.

Como símbolo recurrente de esa estructura opresiva que pretende doblegar a las protagonistas, la autora elige la típica merienda entre señoras: ya sea aquella en la que la viuda del obispo y una monja vecina se muestran dispuestas a impedir que una joven se evada de las obligaciones sociales o, sobre todo, la que se empeña en organizar un maduro personaje junto a su madre enferma y un siniestro loro para agasajar a la solitaria Rose en ‘El corazón sangrante’, casi un relato de terror. En él, además de la coherencia del desarrollo y la brillantez de los detalles, aparece otro elemento significativo en diversos relatos: el sufrimiento de una infancia marcada por la fría indiferencia o por las ardientes disputas de unos padres mezquinos.

Y en ese terreno de la infancia traumática sobresale ‘En el zoo’, magnífico relato en el que dos hermanas recuerdan su triste orfandad bajo la tutela de una amargada guardiana del orden, personaje diabólico rodeado de un séquito sumiso al que se opone la figura de Murphy, un solitario alcohólico propietario de un mísero zoo particular en el que las niñas encuentran sosiego.

Stafford también se preocupa por las humillantes consecuencias del descalabro económico en las jóvenes, y cuestiona la aparente seguridad de aquellas que acepten no rebasar los cauces ordinarios, como la empalagosa protagonista de ‘Un día de montaña’, entusiasmada ante un prometido perfecto, pero que acabará entendiendo que su empeño en complacerlo es el mejor camino para perderse el respeto a sí misma. Un descubrimiento similar al que realiza la protagonista de ‘La invasión de poetas’, anulada por un marido escritor, fanatizado por su conversión al catolicismo y cuyo puritanismo parece ceder ante una seductora crítica literaria. Irrumpen aquí los datos autobiográficos: marido poeta, divorcio, alcohol, depresión, a los que se añade, en ‘El castillo interior’, la descripción minuciosa de la dolorosa recuperación de un accidente sufrido por la autora.

No se debería, finalmente, emparentar a Stafford con las autoras del gótico sureño, y no solo por la variada localización de sus textos, ubicados con frecuencia en la Costa Este o en la imaginaria Adams del Colorado de su infancia y adolescencia, sino también por cierta mirada cansada que no se plantea la necesidad de redención, y que, en todo caso, la acercaría al ineludible Carver o a la inagotable Munro.

Reseñado por Rafael Martín

Escrito por  Jean Stafford

 

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Jean Stafford (Covina, California, 1915 – Nueva York, 1979), hija de escritor de novelas del oeste de segunda, se trasladó con su familia a Colorado cuando tenía cinco años. En la Universidad de Colorado conoció a su futuro primer marido, el brillante e inestable poeta Robert Lowell. En 1938, ambos sufrieron un grave accidente de coche por el que ella hubo de someterse a una intervención de reconstrucción facial. Su primera novela, Boston Adventure, se publicó en 1944 y se convirtió en un bestseller en Estados Unidos. Habitual de los círculos literarios de Nueva York, el divorcio de Lowell le acarreó problemas con el alcohol y un internamiento por depresión. Escribió dos novelas más y publicó una gran cantidad de relatos ―la maestría que adquirió en el género breve le valió el reconocimiento de la crítica― en revistas de prestigio como The New Yorker, Vogue o Harper’s Bazaar. Su segundo matrimonio no fue mejor que el primero, y solo conoció la felicidad con su tercer marido, el escritor A.J. Liebling. Tras la muerte de Liebling, Jean Stafford vivió en soledad los últimos quince años de su vida. Al morir, legó toda su herencia a la mujer de la limpieza..

Ficha técnica

Traducción Ana Crespo Bordes
Colección
1a edición 26/03/2014
ISBN 978-84-942367-0-9
Páginas 362  Precio PVP 22,00 €

Los niños se aburren los domingos es una selección de los mejores relatos de Jean Stafford, ganadora del premio Pulitzer de ficción en 1970 por sus Cuentos completos y colaboradora habitual de The New Yorker. Las protagonistas de estos relatos, ambientados en una Norteamérica en la que a mediados del siglo pasado la discriminación contra las mujeres goza de una gran fortaleza, son jóvenes en busca de una segunda oportunidad lejos de sus opresivos hogares y mujeres insatisfechas en sus matrimonios o a quienes la vida no ha tratado bien. Mujeres incapaces de sustraerse a las rígidas convenciones sociales del Oeste americano o de adaptarse a la hipocresía de los ambientes intelectuales y exclusivos neoyorquinos; mujeres, también, que en su lucha para salir de la pobreza topan con dificultades aún mayores de otra naturaleza. Con un estilo elegante que es a veces distante, a veces irónico, y a veces inesperadamente punzante, Stafford transmite en sus cuentos el deseo de sus personajes de alcanzar una felicidad que la experiencia se encarga una y otra vez de negarles, mientras retrata las sociedades y relaciones personales que unen a sus personajes con una agudeza difícilmente igualable.