El síndrome de albatros - Gonzalo Suárez

La última novela de Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) es un inquietante y endiablado artefacto literario, otro avatar más de su personal universo, en el que las vivencias traumáticas de los personajes y la reiteración especular de escenarios remiten al llamado síndrome de albatros, esa obsesión patológica por un daño físico o moral recibido, al que la mente del enfermo queda anclada mediante la repetición delirante y dolorosa de los hechos, dejando así abierta la posibilidad de la venganza o, al menos, de la exigencia de atenciones paliativas. LEER MÁS

Alabado por Cortázar, Aleixandre o Sam Peckinpah, Suarez dejó claro desde el primer libro, De cuerpo presente (1963), su intención de romper con el asfixiante realismo imperante en aquellos tiempos, y, fiel a sus presupuestos estéticos, ha ido alternando entre cine y literatura en busca del mejor medio para expresar sus obsesiones. Pero esa alternancia constante no es, sin embargo, estanca, pues Suárez permite el trasvase entre ambos medios, adaptando, por ejemplo, relatos de su libro Gorila en Hollywood (1980) para realizar Epílogo (1984), o trasladando elementos de El detective y la muerte (1994) a su última novela.

En ella, el cuentista, traductor y profesor de literatura Ernesto Zóster nos relata cómo es contratado por la viuda de Maximiliano Vollard, escritor, editor y ludópata, para que averigüe quién es París, un personaje femenino que aparece en la obra Lujuria, rescatada de entre los papeles de su marido y cuyo guión se incluye al comienzo del libro. Pero la presencia de vivencias privadas de Zóster en la obra y en algún comentario de la viuda unida al reconocimiento de la casa donde vive esta, le hacen recordar que de ella fue de donde escapó su mujer con su hijo y su amante, precisamente la noche que intentaba rescatar a aquel. A su vez, el psiquiatra Juan Pablo Borodián encuentra los escritos de Ernesto Zóster conteniendo el relato de la investigación, y atraído por los interrogantes que plantea, decide contactar con los actores que representaron Lujuria.

Tenemos así tres niveles de ficción, y un constante juego de espejos que muestran posibles, pero nunca definitivas, correspondencias entre los personajes de los distintos niveles. Tenemos también preguntas recurrentes, como quién es el verdadero autor de Lujuria, que personaje real se corresponde con el de París en la obra, qué es verdad y qué es fruto de una imaginación delirante o interesada. Y por último tenemos, cerniéndose sobre todo eso, la maldición cervantina que, en forma de duda, alcanza, desde que la Novela existe, a aquellos personajes de ficción que se detienen a pensar: “¿quién escribe lo que nos está pasando?”, ¿quién es el narrador?, cuestión esta que, llevada al límite por Suárez en un acelerón final, puede, sin embargo, acabar desorientando a algún que otro lector.

Rafael Martín

FICHA DEL LIBRO

El síndrome de albatros – Gonzalo Suárez

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