Las cualidades, muchas, de esta narración se pueden englobar en una genérica y esencial en el arte de la escritura, ser capaz de reproducir de la manera más fidedigna la vida o la representación de ella que se desea transmitir. El escritor norteamericano lo logra de tal manera que no es exagerado decir que el lector rápidamente se verá convertido en los ojos del protagonista y por lo tanto involucrado del todo en su historia.
Fiel a su estilo, Millhauser, realiza una escritura elegante, sobria y decidida que avanza con paso firme y en la que las descripciones pormenorizadas es uno de los elementos claves. Una característica que se hace imprescindible para lograr los propósitos que se otorga la novela. Por un lado, en el plano particular, descubrir la evolución de Martin y cómo pasa de ser el joven ayudante en el negocio familiar del tabaco a un emprendedor empresario. En un aspecto más “universal” se trata de la recreación del cambio que sufre la sociedad norteamericana (neoyorquina por ser más precisos) a finales del siglo XIX en su afán por convertirse en una de las ciudades modernas por excelencia.
Si es cierto que la idea central se articula en lo relativo al mundo de los negocios o empresarial, no lo es menos que el tema afectivo también juega un papel importante, y servirá para completar el semblante del protagonista. Su desarrollo en este campo se iniciará con sus primeros devaneos sexuales hasta su decisión de contraer matrimonio, una elección que tendrá bastante más de estratégico o conveniente que de puramente sentimental. No obstante el papel que jugará su mujer, Caroline, es digno de destacar, tanto por su tono misterioso y por momentos perturbador, como por su actitud, en ocasiones opuesta a las señas de identidad de Martin.
Los personajes secundarios que irán apareciendo por la historia es otro de los elementos que insuflan mucha personalidad a la novela. Aunque la mayoría de ellos no tengan una posición prioritaria en cuanto a espacio, todos llevan a cabo una eficiente misión, la de perfilar con esmero los rasgos de este gran magnate, convirtiéndose a veces en su antítesis, otras en su “voz de la conciencia” o en simples acompañantes de sus deseos.
Tal y como sucedía en la maravillosa obra de E. L. Doctorow, “Homer & Langley”, ( y con la que esta novela tiene muchas más cosas en común de lo que puede parecer) en la que los 2 hermanos que allí se describían eran un reflejo de un modo, o propósito, de vida mucho más colectivo, en esta sucede algo parecido y el hombre embelesado con los relucientes anuncios, las majestuosas construcciones (sintomático que su última gran realización se base en ganarle terreno al propio suelo) o los avances técnicos, es el reflejo de una forma de entender la evolución y el progreso de una ciudad como Nueva York que comenzaba a fraguar su hegemonía.
“Martín Dressler. Historia de un soñador americano” puede ser leída como el fracaso de las pretensiones de un “loco” pero también como una mirada global, nada estereotipada y sin dogmatismos, de eso que se llama el “sueño americano” y que en esta ocasión se nos muestra con toda su crudeza y sin esconder los cadáveres que va dejando a su paso.
Kepa Arbizu