Lenz utiliza su dulzura habitual para construir una historia sencilla, sin aspavientos ni efectos especiales, basándose en varios pilares básicos.
La felicidad nunca es eterna. Los reos saben que tarde o temprano serán descubiertos pero sin embargo aprovechan cada instante de libertad de forma altruista no egoísta. Eso les prepara que su regreso.
La impostura es un dulce riesgo. Son impostores hasta cierto grado pues hacen cosas que saben hacer aunque no sean profesionales. Por esto les quieren y les condecoran.
La amistad surge la felicidad y perdura en la desgracia. Hannes y el Profesor son los dos protagonistas principales. Hannes está en la cárcel por simular ser agente de tráfico y poner multas falsas quedándose con el dinero. A su vez el Profesor ha subido las notas de algunas de sus alumnas universitarias a cambio de ciertos favores. Aunque son compañeros de celda no son amigos. Su impostura les unirá y hará su amistad inquebrantable cuando vuelvan a presidio.
El teatro de la vida contiene muchas otras máximas y reflexiones extraídas de una temática aparentemente banal y prosaica. Es ahí donde se ve la maestría y el oficio de Lenz, barnizando los actos de sus personajes, sus palabras y decisiones de la humanidad suficiente para hacerlos tanto creíbles como cercanos. Ser capaz de contar esto y dar lecciones vitales en poco más de cien páginas es todo un logro al alcance de muy pocos maestros aunque sean octogenarios. Lenz lo consigue y saca nota. ¡Enhorabuena!
Pepe Rodríguez
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Interesante, lenz.